Si reflexionamos un poco en torno a la conocida frase de Winston Churchil, “la democracia es el menos malo de los sistemas políticos”, ciertamente podemos acabar deduciendo que la democracia en ningún caso supone un permanente camino de rosas. En cualquier caso y a pesar de que las comparaciones suelen ser odiosas, todos los que tenemos edad suficiente como para poder comparar como se vivía con una dictadura y como podemos hacerlo ahora, no dudaremos ni un momento en preferir las imperfecciones de una democracia.
La recuperación del sistema menos malo después de cuarenta años de dictadura franquista, supuso la llegada del denominado bipartidismo en el que sobresalían sobre el resto, dos partidos políticos que se alternaban en las funciones de gobierno. Poco a poco y con el pasar de los años, esta circunstancia ha ido cambiando hasta plantarnos en la época actual en la que la prevalencia de dos opciones a la hora de gobernar y gestionar nuestras instituciones ha saltado por los aires.
A día de hoy podemos constatar como la existencia de un solo partido con el apoyo de una mayoría parlamentaria suficiente como para tener la capacidad de tomar decisiones, resulta una mera entelequia. Por ello vemos como son muy pocos los territorios en los que un partido gobierna con mayoría absoluta, estando a la hora del día un nuevo concepto “pacto de gobierno”, gracias al cual dos o más partidos negocian y consensúan unos acuerdos que les permitan a todos sentirse más o menos cómodos a la hora de gestionar o legislar.
En la actual legislatura y por primera vez a nivel estatal, se está viviendo la experiencia de un gobierno de pacto y tal como cabía suponer y ya mencioné al principio, en ningún caso resulta un placido camino de rosas a la hora de funcionar como ejecutivo o a la hora de legislar. Tal como se desprendió en su momento de los resultados electorales, no hay más alternativa de gobierno que la actual y un fracaso del mismo nos abocaría a todos a una nuevas elecciones.
Un pacto supone renunciar a parte de tu propio ideario político en bien de una mayoría de la sociedad por la que se está dispuesto a trabajar, siendo esta la prioridad de los que tienen la responsabilidad de gestionar. Y precisamente esta premisa es la que parece que en determinados momentos quede relegada a un segundo termino, anteponiendo los intereses partidistas. No se puede estar en misa y repicando y eso parece que se les olvida a los componentes del pacto de gobierno.
Por lo que al trabajo de la oposición se refiere en esta circunstancia, también está teniendo muchas más sombras que claros. El principal partido en la importante misión de ser alternativa de gobierno, está muy lejos de poder ser visto como tal ya que su constante deriva, más que a la derecha a la extrema derecha, está mermando considerablemente sus opciones de ser visto como un opción valida de alternancia. Resulta francamente complicado poder atisbar un solo acto que suponga priorizar el interés general al del propio partido. El PP actual esta instalado en la política del no sistemático y no demuestra capacidad alguna de ofrecer una alternativa a todo aquello que critica sin más. Buen ejemplo de ello es una frase que se le ocurrió al poco brillante secretario general de este partido en el último pleno del congreso y refiriéndose al actual gobierno de pacto: “Nació con Podemos, creció con Bildu y sobrevive gracias a Vox”. Se le olvida a este nefasto personaje de la derecha española, gracias a quien está gobernando en Madrid, Murcia y Andalucía y que no es otro que Vox, ese partido de extrema derecha al que tanto ansía parecerse; olvidándose también de las ocasiones en que su partido a votado junto a Bildu diversas propuestas.
En este último pleno del Congreso de Diputados y en la sesión de control al gobierno, muy poco afortunada fue también una intervención del Presidente del gobierno. Después de una intervención del portavoz de Vox, repleto de penosas frases racistas, demostrando su cara más xenófoba, Sanchez no fue capaz de reprobar o recriminar esa actitud, limitándose a alabar la actitud de responsabilidad de estado demostrada por Vox.
Craso error se comete cuando desde la democracia se allana el camino a aquellos que tienen como único objetivo real acabar con ella. No se puede ni por asomo alabar la mas mínima actitud de la ultraderecha, si realmente queremos que el menos malo de los sistemas políticos siga siendo el que nos gobierne. Hay que salvaguardar la democracia por encima de todo y aislar las actitudes y comportamientos fascistoides, que no merecen reconocimiento alguno y menos por un espúreo interés temporal.