Jesús anuncia su glorificación. San Pablo nos dice que Cristo se humilló y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, y por eso Dios Padre lo exaltó sobre toda criatura. Nuestro Señor ha hablado de su sacrificio como condición para entrar en la gloria. Él ha dicho: si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto. El Señor quiere que cada uno de nosotros le sirva. Es un misterio de los designios divinos que Él quiera necesitar nuestro servicio para que su doctrina y la salvación llegue a todos los hombres. Seguir a Jesucristo es lo verdaderamente importante. En el esfuerzo por identificarse con Cristo hemos de buscarle, encontrarle, tratarle, amarle.
Ante la muerte cruenta que le espera, Jesucristo se turba y se dirige al Padre con una oración muy parecida a la de Getsemaní: “Mi alma está triste hasta la muerte”.(Mt.26,38).
Jesús, en cuanto hombre, busca filialmente apoyo en el amor y en el poder de su Padre Dios, es un consuelo para nosotros, tantas veces débiles en el momento difícil de la prueba; entonces, como Jesús, hemos de apoyarnos en la fuerza de Dios. La voz de Padre que dice: lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré es una ratificación solemne de que en Jesucristo habita la plenitud de la divinidad y que, a través de su Pasión, Muerte y Resurrección, se hará patente en su misma Humanidad santísima que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios. Al ser clavado en la Cruz, Jesús es el signo supremo de contradicción para todos los hombres: los que le reconocen como Hijo de Dios se salvan; los que le rechazan se condenan. Dios Padre no envió su Hijo a la mundo para condenarlo, sino para que el mundo se salve por Él. Nuestro Señor Jesucristo en la víspera de su muerte, cuando celebraba con sus discípulos la Última Cena, pedía al Padre por sus discípulos y por todos los que creerían en Él a través de los siglos en este mundo, añade en su oración sacerdotal: No te pido por el mundo.- en este caso el mundo significa todo lo que se opone a Dios.- Jesús enseña las consecuencias que van a seguirse de su Pasión y Muerte. El juicio de este mundo, o sea de los que permanezcan sirviendo a Satanás, príncipe de este mundo. El Señor, desde la Cruz es el Juez Universal que condenará al mundo y al demonio; en realidad ellos mismos provocan su condenación al no aceptar ni creer en el amor divino. El Señor desde la cruz redimió al mundo, restableciendo la paz entre Dios y los hombres. Creo en Jesucristo, espero en Jesucristo, amo a Jesucristo.
¡Alabado sea Jesucristo!