El Govern balear nos ha vuelto a deleitar con un episodio más de improvisación, incongruencia y desconocimiento. Las nuevas medidas sanitarias parece haberlas elaborado un niño que se divierte poniendo horarios absurdos de cierres a la hostelería con el supuesto fin de contener la expansión del virus.
Los ibicencos hemos sido responsables y eso se refleja en los datos de contagios, aunque no se refleja en las medidas de un ejecutivo mallorquín que finge ser balear.
Los interiores de los restaurantes agonizantes deberán seguir cerrados y las terrazas deberán cerrar las tardes entre semana y también por las noches los fines de semana. Las razones que han llevado a esta decisión tan sólo pululan por el imaginario de una consellera de salud que ya roza el delirio.
Con ello se pretende evitar el ‘tardeo' mallorquín que en las Pitiusas jamás ha existido. Creen en la isla vecina que más allá de Cabrera nos adaptamos a su cultura y costumbres, lo cual prueba dos cosas: su ignorancia y su incompetencia.
Si fuera malpensado, diría que Armengol sabe que el principal competidor turístico de Mallorca es Ibiza y por ello no tiene piedad a la hora de mandar a la horca a la restauración y el comercio de nuestra isla. Como no lo soy, diré que se trata de otra soberana chorrada que se inventan en el Consolat de Mar cuyo origen se encuentra en el licor de Baco.
Los socialistas obran a su antojo sin el menor consenso con los restauradores ni con el Consell d'Eivissa, algo que no sorprende y que pone de manifiesto la inutilidad y la irrelevancia del conseller ibicenco (Agustinet). Parece que el josepí se ha fugado a Mallorca tan sólo para pasear mudo, mejorar su salario y seguir permitiendo que los suyos estrangulen a unos comercios que claman respeto y libertad.