En este domingo cuarto de Pascua se nos habla de la figura del pastor y del rebaño. Es el domingo del Buen Pastor. Jesús es el Pastor supremo de nuestras almas. El da su vida por sus ovejas. Manifiesta que su sagrada Pasión será la causa de la salvación del mundo. El Señor sufrirá voluntaria y libremente. Jesús, como había anunciado, dio su vida por sus ovejas, y entregó su Cuerpo y Sangre en el Sacramento para alimentar con su carne a los que había redimido. El Buen Pastor conoce a cada una de sus ovejas, las llama por su nombre. El va delante y ellas le siguen. En esta figura del Buen Pastor se entrevé una exhortación a los futuros pastores de la Iglesia.
En la primera carta de San Pedro, leemos: “Que apacentéis la grey de Dios puesta a vuestro cargo, velando sobre ella con afectuosa voluntad, según Dios, no por sórdido interés, sino gratuitamente”. Hay abundancia de buenos pastores, pero la fe cristiana que nos enseña a ser sencillos, sinceros y humildes no nos induzca a ser ingenuos. Hay mercenarios que callan, y hay mercenarios que hablan palabras que no son de Cristo. Acudamos al pastor bueno, al que entra por la puerta ejercitando su derecho, al que, entregando su vida por los demás, quiere ser, en la palabra y en la conducta, un alma enamorada de Cristo; un pecador quizá también, pero que confía siempre en el perdón y en la misericordia del Señor. Jesús nos dice en el Evangelio: «Tengo otras ovejas que son de este redil a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño, con un solo pastor». La misión de Cristo es universal aunque su predicación se dirigiera de hecho, a las ovejas de la casa de Israel. Sin embargo, pensando en los frutos de su muerte redentora, revela que éstos se aplicarán a «otras ovejas que no son de este redil», es decir, de Israel. En efecto, los Apóstoles, después de la Resurrección, serán enviados por Cristo a todas las gentes para predicar el Evangelio a toda criatura. El deseo constante de los católicos es que todos los hombres vengan a la verdadera Iglesia, que siendo “único rebaño de Dios”, peregrina llena de esperanza hacia la patria celestial, ofreciendo el Evangelio de la paz a todo el género humano. La unidad de la Iglesia se da bajo una sola cabeza visible, porque el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza, a un solo colegio Apostólico, presidido por Pedro.
En este domingo del Buen Pastor hemos de pedir insistentemente por las vocaciones. Hoy es la Jornada mundial de oración por las vocaciones y Jornada y colecta a favor de las vocaciones nativas. Y también con fervorosa y ferviente súplica pidamos que el Papa Francisco se digne enviarnos pronto al nuevo Pastor de esta Iglesia Ebusitana. Que sea un obispo que tenga un inmenso amor a Jesucristo, que ame a todos los sacerdotes y a todas las almas que le serán confiadas. En la santa misa, yo pido, todos los días, por el fomento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras que la Iglesia y el mundo necesitan.