Como agua de mayo está esperando todo el sector turístico la recuperación de una cierta normalidad que la vacuna anti covid puede aportar a la temporada estival de 2021, sobre todo después de un 2020 en blanco debido a la pandemia.
Los programas y propuestas de desescalada para los comercios, bares, restaurantes, hoteles o discotecas han venido copando durante los dos últimos meses sobre toda la actualidad mediática y se supone que la actividad y trabajo de las diferentes administraciones. Todas las restricciones aplicadas y las medidas aprobadas, así como los programas de vacunación, se supone que debían tener como objetivo fundamental vencer cuanto antes al virus y que tanto Eivissa como Formentera pudieran empezar a recuperar una cierta normalidad en la actividad turística.
Todo ello debería conllevar la recuperación de los ansiados turistas a nuestras islas, siendo elemento fundamental para ello la recuperación también de la normalidad en la movilidad. Para ello cabe esperar que nuestros únicos puntos de entrada de esos turistas, como son los puertos y el aeropuerto, sean infraestructuras que estén a disposición y a pleno rendimiento de cara a la llegada del verano.
Pero algo que puede parecer tan razonable a los ojos de una mayoría, parece que a algunos se les haya atragantado y tenemos que ver como desafortunadamente están siendo actualidad determinados problemas que precisamente en esta época del año deberían estar resueltos y sobre todo en un año tan crucial como este 2021. Hay que recordar que desde octubre de 2019 se ha podido trabajar con tiempo tanto en obras en el aeropuerto, como en la preparación de procesos administrativos en el puerto de Vila.
En referencia a las obras que se están realizando en la zona de aparcamiento del aeropuerto de nuestra isla, hay que reconocer que ofrecen una imagen tercermundista a todos los pasajeros que llegan. Resulta bastante caótica cualquier operación que suponga dejar o recoger pasajeros en la terminal y es francamente preocupante que esté ocurriendo algo semejante ahora que empiezan a llegar unos pocos vuelos, si pensamos en lo que pueda ocurrir conforme el número de esos vuelos se vaya incrementando. No parece que el argumento de los restos arqueológicos puedan justificar lo que a todas luces es una falta de previsión, ni la ausencia de alternativas ante esta circunstancia.
Evidentemente, la dirección de AENA de nuestra infraestructura aeroportuaria esta demostrando poca capacidad de reacción a la hora de salvar este obstáculo; algo parecido está pasando en la Autoridad Portuaria de Baleares, responsable del puerto de Vila. Tampoco parece razonable que a día de hoy siga en el aire la posibilidad de que se vaya a permitir atracar en la zona del puerto viejo a los barcos de recreo de grandes esloras o megayates que habitualmente copan todos los amarres disponibles en esa zona.
Muy razonable es la preocupación y el enfado de los comerciantes de la zona del puerto, sobre todo si se tiene en cuenta que la fecha de inicio de la temporada es de sobras conocida y la obligación de la Autoridad Portuaria como titular de los amarres en cuestión, es que todas las instalaciones estén en servició en estas fechas. Ante la evidente apatía en la resolución del concurso de concesión, lo mínimo que la institución debería hacer es garantizar que si dicho concurso no va a estar listo, será la propia entidad portuaria la que gestione esos amarres durante el presente verano; de otro modo es perfectamente comprensible que se pueda dudar tanto de la capacidad como de la voluntad de los responsables de la entidad.
Tampoco resulta comprensible la reacción del Ajuntament d'Eivissa haciendo caso omiso a la petición de los hoteleros de suspensión de las obras que se estén realizando en las cercanías de los establecimientos turísticos y que ya están causando graves problemas en algunos de ellos. No parece que un aluvión de quejas de los turistas sea la mejor carta de presentación o de promoción turística.
Sin duda alguna, ninguno de estos problemas deberían ser noticia en estos momentos. Bastaría un cierto grado de comprensión y un mínimo de voluntad y coordinación entre administraciones a la hora de gestionar, para que estos negros nubarrones que acechan, pudieran desaparecer.