«El mundo está cambiando, la música está cambiando, las drogas están cambiando, hasta los tíos y tías están cambiando. Dentro de unos años no habrá ni tíos ni tías, sólo gilipollas».
La frase la verbalizó Ewan Mc Gregor metido en el pellejo de Mark Renton en la célebre Trainspotting. Corría el año 1996. Han pasado los años, un cuarto de siglo, y efectivamente cada vez abundan más los personajes del género lelo, estúpido, tonto.
Muy estúpida, muy gilipollas, la persona que decidió abandonar en la basura una bengala que acabó en el vertedero de Ca na Putxa y que provocó un virulento incendio. Del género tonto, e incívico también, el que abandonó una bombona de gas. Son algunos ejemplos del paisanaje que nos rodea. Años atrás, otra bengala en manos de un inconsciente acabó quemando la isla de s'Espalmador. Los hay del terreno y también abundan los internacionales. Ahí tenemos el jugador de póker profesional que pretendía entrar en Ibiza con dos kilos de droga para correrse una fiesta. Como era previsible el crack fue cazado por los efectivos de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria y de la Guardia Civil, personal que controla las entradas a la isla. También están los ‘listos' que aprovechan las grietas de los clubs cannábicos para convertirlos en auténticos supermercados de toda clase de drogas hasta que la Policía les echa el guante.
La pandemia nos ha aportado toda una caterva de tontos que se pasan las restricciones por el arco del triunfo sin pensar más allá que en sí mismos y en el ahora.
Mención aparte los presuntos lobos de mar que ponen rumbo a es Freus en puertas de un temporal. Huelgan comentarios.