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Domingo IV de Adviento (Lc. 1,39-46)

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| Ibiza |

Estamos celebrando el misterio de la Visitación de la Santísima Virgen María a su prima Isabel. La Visitación nos recuerda, entre otras cosas, el segundo misterio del santo Rosario.

El ángel entrando en su presencia dijo: Alégrate, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. ¿Cómo será esto, pues no conozco varón?. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra. También tu prima Isabel concebirá un hijo en su vejez. María contestó: He aquí la esclava del Señor. Su prima contestó: ¿ Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?.

No sin inspiración divina, Isabel expuso el milagro, es decir que la Virgen María, llevaba en su seno al Hijo de Dios. El Misterio de la Anunciación es algo tan divino y tan humano que por voluntad divina, solo puede aceptarse por la fe. «Dichosa tú que has creido». Nuestra Señora al conocer por revelación del ángel la necesidad en que se hallaba su prima Santa Isabel, próxima ya al parto, se apresura a prestarle ayuda movida por la caridad. La Anunciación a María y Encarnación del Verbo es el hecho más maravilloso, el misterio más entrañable de las relaciones de Dios con los hombres y el acontecimiento más trascendental de la Historia de la humanidad. ¡ Que Dios se haga hombre y para siempre!. ¡Hasta donde ha llegado la bondad y misericordia y amor de Dios por nosotros, por todos nosotros!

Y sin embargo, el día en que la segunda Persona de la Santísima Trinidad asumió la débil naturaleza humana en las entrañas purísimas de Santa María, nada extraordinariamente sucedía, aparentemente, sobre la faz de la Tierra. Pero se hacía realidad el Misterio de Dios que nos manifestaba la ternura, el poder y el amor de Dios que por nosotros se hizo hombre para salvar a los hombres.

Gracias, mi Señor y mi Dios.

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