Entre tanto ruido por todos lados por fin varias noticias que te reconcilian con el mundo y con el ser humano. Por fin algo que te hace creer que no somos tan malos como pensamos. Que aunque el ser humano parezca estar empeñado sistemáticamente en acabar con su propia especie siempre hay algo de esperanza. Estoy hablando de Sheila Varas, la madre cuyo hijo de ocho años murió en accidente de tráfico la pasada primavera en Navarra, y de la familia de Sheila, la pequeña de cuatro años que falleció en un castillo hinchable en Valencia hace apenas unos días, quienes han decidido donar sus órganos para que puedan ser aprovechados por quien más lo necesite. Noticias que te emocionan porque te demuestran que entre nosotros tenemos muchos héroes, desconocidos, sin capa y muy alejados de los que idolatramos por cantar una canción, dar patadas a un balón o salir en televisión mostrando su vida pública o sus intimidades. Héroes silenciosos que, seguramente, como usted y como yo, tendrán problemas para llegar a final de mes y habrán hecho cuentas para ver qué días pueden poner la calefacción en casa ante el aumento de la factura de la luz.
Aquellos que habrán hablado con los Reyes Magos para que sus hijos o nietos puedan tener los regalos que han pedido a pesar de que la economía diaria sube sin control ante la falta de medidas de las autoridades competentes. Esos héroes que han convertido a España en un país que batió en 2020 el récord en trasplantes pediátricos con un total de 197 según la Organización Nacional de Trasplantes. En un país en el que a pesar de la pandemia, seguimos estando muy por encima en donación de órganos de Alemania, Australia, Canadá, Reino Unido, Italia, Francia o Estados Unidos con 37,4 donantes por millón de población. Unos datos para sentirnos orgullos y para presumir que los españoles, sin importar por una vez si hablamos en uno u otro idioma o si defendemos una u otra bandera, cuando queremos hacemos las cosas realmente bien. Y, sobre todo, para reivindicar que entre nosotros tenemos muchos héroes anónimos a los que no valoramos lo suficiente.