No haría ni falta ni recordar la implantación que tiene la TEF en Eivissa y Formentera, el esfuerzo que se ha hecho para usar el catalán, con sus dialectos ibicenco y formenterense, cuando seguramente lo más sencillo por temas publicitarios hubiese sido hacer una tele en castellano. A pesar de tener menos medios que IB3, TEF es la televisión de los pitiusos, la que ofrece programas pensados por y para ibicencos y formenterenses. Conviene que sepan que medios similares en Mallorca hace tiempo que no tienen informativos o han cerrado porque no son rentables.
Pues bien, como digo no haría falta recordar todos estos méritos a estas alturas de la película, pero parece que algunos intentan empañar la imagen de este medio, de sus propietarios y trabajadores por cuestiones partidistas, por sus filias y fobias, algo que tampoco me extraña porque lo viví muy de cerca entre 2014 y 2018.
Lo peor de esta nueva campaña cutre, como la ya vivida en Vila hace años, es que sus impulsores ni siquiera se han molestado en leer la ley de publicidad institucional. Ya sé que puede dar un poco de pereza, pero dicha ley deja muy claro que «los textos de la publicidad institucional contribuirán al uso y al mejor conocimiento de la identidad y la tradición lingüística de Balears», un requisito que solo cumple TEF y no el resto de medios que tanto se indignan ahora con el Ayuntamiento de Sant Antoni hablando de audiencias y costes de programas con un conocimiento muy escaso.
El artículo 6 de la ley de publicidad institucional también deja muy claro que «en las campañas dirigidas solamente a un segmento de la población se tendrán en cuenta de manera destacada el uso de la lengua, la capacidad de difusión de cada medio o su adaptación al público objetivo de la acción publicitaria». De nuevo la TEF es el único medio que cumple estos requisitos porque imagino que no querrán que IB3 produzca estos programas a pesar del mucho dinero que cuesta a los ibicencos, y más que costará en el futuro con la internalización de sus trabajadores.
Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero puestos a indignarse estos partidos que ahora cuestionan los programas de la TEF en Sant Antoni deberían haber adoptado una postura mucho más crítica con el uso de casi 600.000 euros de la ecotasa para financiar un concierto en Mallorca para tener contentos a los amigos de Armengol, Ruiz o Pilar Costa. Resulta difícil llegar a un nivel tan alto de hipocresía a la hora de hablar de dinero público. Por eso, léanse la ley y no hagan más el ridículo.