Albert Einstein dijo: «Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad». Algo sabría el eminente científico de la capacidad de cambiar las cosas si se tiene la voluntad de hacerlo.
La semana pasada empezaron las obras del servicio de hemodiálisis en el Hospital de Formentera. Recuerdo cuando, hace poco más de un año, la Conselleria de Salud manifestó que reinstaurar este servicio en Formentera era «imposible». Al tratarse de pocos usuarios, es poco rentable, consideró en su momento la Conselleria. La presión ciudadana, la aparición en los medios y el sentido común acabaron consiguiendo que se pusiera en marcha la voluntad política necesaria para prestar atención a tres usuarios en su isla, que mañana pueden ser más y evitar así molestos viajes a Ibiza tres veces por semana, en su precaria situación sanitaria y en plena pandemia.
En este caso la voluntad ha podido.
Ahora imaginemos que todos los actores implicados ponen voluntad política en buscar una solución al drama de los vecinos de los apartamentos Don Pepe. Ya se han buscado diversas alternativas, pero falta voluntad política para desenrocar una situación que está perjudicando a muchas almas que no saben que va a ser de sus vidas.
Voluntad política es la que falta por parte del Estado para escuchar y entender las reclamaciones de Formentera, frente al nuevo proyecto de Ley de Costas, que vuelve a perjudicar los intereses de la isla. Pocas veces hemos visto que la voluntad política haya dado la vuelta a situaciones muy perjudiciales para algún colectivo, pero, si la voluntad mueve montañas, la esperanza es lo último que se pierde.