Los taxistas de Vila no han sido nunca un colectivo fácil. Si algo saben hacer es defender sus derechos y no ha habido en esta ciudad un concejal capaz de vacilarles desde hace años. Me apuesto lo que quieran a que la mayoría de estos ediles han sentido mucha impotencia en numerosas ocasiones a la hora de negociar algo con estos profesionales. Pero hasta ahora han tenido claro que era mejor lavar los trapos sucios dentro de casa y no hacerlos públicos. Cosa que parece que no va con el actual concejal de Movilidad, Aitor Morrás.
Algunos de estos taxistas ignoraron ayer lunes por completo la orden de Morrás de trasladar la parada de la avenida de Bartolomé Roselló a la de Santa Eulària. Aparcaron donde siempre lo han hecho esperando a los escasos clientes que tienen por estas fechas. Alguien debió informar al edil y este, en lugar de enviar a la Policía Local para recordar a los conductores sus obligaciones, pensó que era mucho mejor denunciar lo sucedido en Twitter. Hay que entender que Morrás pertenece a un partido, Unidas Podemos, que nació al amparo de la red social más irreverente. Pero es poco aceptable que, como concejal, muestre su enfado en la misma red si alguien decide no respetar sus órdenes. Es un concejal, no un tuitstar ni un troll.
Está claro que los taxistas no pueden retar al Ayuntamiento como lo hicieron pero también que Morrás debería saber que internet no es su despacho. Antes de publicar un tuit quejándose porque no le respetan, debería haberse cerciorado de si realmente la parada había sido anulada porque los carteles que la identifican como tal aún seguían ayer allí. Otra cosa es que alguien dentro del Consistorio haya también ignorado sus indicaciones. Y es que para mayo de 2023 no queda tanto tiempo como parece.