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Opinión

Futuro

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Los tres partidos del Govern –PSOE, Podemos y Més per Mallorca– defendían hasta las elecciones de 2015 la reforma del modelo turístico y económico. Siete años después no han hecho paso alguno en tal dirección. Lo máximo es esa lucha de Més contra el PSOE para que la próxima ley turística –tal y como ayer se informaba en este diario– implique una futura y gaseosa reducción de plazas hoteleras que huirán de concretar. En resumen: estamos ante lo mismo que es casi todo lo de Francina Armengol. Un continuo de buenas intenciones, palabras amables, el PP es supermalo, promesas para el porvenir ignoto y voluntad de que sí pero concreción de que no. La historia de los siete años del Govern, en definitiva.

Esta semana, el portavoz parlamentario del PI-Proposta per les Illes, Josep Melià, ha definido con perfección el septenio de poder del armengolismo, en relación a la diversificación turística, parte del mantra: «siete años de presidenta, uno de sus objetivos era la diversificación; ¿qué diversificación ha conseguido? Ninguna: se crea ocupación cuando el turismo funciona, esto ya pasaba antes de gobernar Armengol». Evidencia aplastante que surge de cualquier    análisis aséptico de la política económica y de casi todos los ámbitos del Govern –más allá del día a día que, sin duda, ha sido lastrado por la pandemia–: buenas palabras, fiar promesas al lejano futuro y poco de tangible. La planta de hidrógeno verde de Lloseta, de Juan Pedro Yllanes, que entró en el Govern por Unidas Podemos, es de lo poco consistente hecho que cualquier gobierno podría mostrar con orgullo. La práctica totalidad del resto es como la diversificación y el cambio de modelo. Pura evanescencia política.

En descargo del Ejecutivo debe reconocerse que no existe ninguna posibilidad de un cambio de modelo real, al estilo de la reconversión industrial: con masivas prejubilaciones, prestaciones especiales, reducción de al menos un tercio de las plazas, otro tanto de turistas... Es ésta la amarga realidad y no es responsabilidad del Govern, pero sí lo son las mentiras y propaganda para evitar reconocerla.

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