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Opinión

El cabo del miedo

La pasarela de s’Estany des Peix. | Archivo

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Si el paradisíaco entorno de s'estany des Peix hubiese podido albergar el rodaje de una película, muchos habrían pensado en la almibarada El Lago Azul en la que unos adolescentes, Brooke Shields y Christopher Atkins, pasan la juventud retozando en aguas turquesas.

Aunque en este momento pinta más como escenario del rodaje de El Cabo del Miedo, ambientada en el entorno de otro lago y en la que un cínico y resentido, Robert de Niro, hace la vida imposible al matrimonio formado por Jessica Lange y Nick Nolte, dejando frases para la historia del cine como: «Abogado, abogado; sal ratita, quiero verte la colita».

El proyecto de regulación de s'Estany llega después de décadas de darle vueltas y más vueltas. Tanto es así que parece haber llegado a su fase final bastante mareado.

A los descomunales bloques de hormigón (muertos) que la constructora Tragsatec había instalado, que no cumplían con la filosofía del proyecto y ahora deberán ser cambiados a instancias del Consell y la horrible pasarela que la presidenta, Ana Juan, ordenó retirar el pasado viernes, horas después de ser instalada, ahora debemos sumar el contencioso administrativo presentado por la Asociación de Usuarios Profesionales de s'estany y que el juez ha admitido a trámite y la solicitud de medidas cautelarísimas urgentes de la misma entidad.

Aunque debemos ir al origen del proyecto: la pasarela que ha hecho poner a todo el mundo el grito en el cielo está incluida en el proyecto aprobado en 2018 por Demarcación de Costas con el visto bueno de la entonces conselleria insular de Medi Ambient, en manos de GxF, el parque natural y Espais Naturals del Govern.

De verdad, ¿nadie entre todos los implicados supo ver que aquella pasarela era un pegote en pleno parque natural? Para hacérselo mirar, oiga.

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