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Opinión

Cuando el cargo te viene grande

Una de las fotos más virales de los meses de verano, es la de los pasajeros frente al letrero de IBIZA en grandes letras blancas rellenas del verde de las plantas. | Marcelo Sastre

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Desde diversos organismos y estamentos se está trabajando duramente para tratar de hacer de nuestras Pitiusas unos destinos turísticos de calidad, pero parece que algunas personas, que ocupan cargos relevantes, están empeñadas en dificultar todo lo posible ese objetivo. Han sido muchos los hoteles de dos y tres estrellas que han pasado a establecimientos de cuatro y cinco estrellas y diversas las mejoras en infraestructuras y servicios, todo ello buscando ese salto de calidad.

En diversas ocasiones me he referido al turismo como nuestra principal industria y la columna vertebral de nuestra economía, de aquí la necesidad de preservar y mejorar todo aquello que gira en torno a esa industria con especial celo. Sin duda para más del ochenta por ciento de nuestros visitantes, la puerta de entrada a nuestras maravillosas islas es el aeropuerto de Ibiza. Es el punto de recepción de miles y miles de turistas cada verano y es donde estos reciben el primer impacto del destino que han escogido para pasar sus vacaciones.

Son muchos los problemas que están pendientes de solventar en nuestras islas; muchos y de diversa índole, pero sin duda uno de los más llamativos y preocupantes (que no el único) es el funcionamiento del que quizás sea el punto neurálgico de la temporada estival, nuestro aeropuerto. Una infraestructura que durante dos años y debido a la pandemia ha estado prestando unos servicios de mínimos. Durante mucho tiempo se han estado ejecutando unas obras en sus zonas exteriores y aparcamientos que incidían tanto en las llegadas como en las salidas de pasajeros, si bien y debido a la baja actividad durante 24 meses, el número de ellos que se han visto afectados ha sido reducido. Y esto ha sido así hasta ahora.

Nos encontramos en los primeros meses de una nueva temporada en la que se ha recuperado de lleno la actividad turística y por lo tanto nos encontramos ante la necesidad de tener a pleno rendimiento todas nuestras instalaciones e infraestructuras, o eso es lo que debería ocurrir. Pero desafortunadamente la realidad es muy distinta. Nuestro aeropuerto,    o sea la recepción de nuestros visitantes, es un autentico caos.

Una de las fotos más virales de los meses de verano, es la de los pasajeros frente al letrero de IBIZA en grandes letras blancas rellenas del verde de las plantas y desafortunadamente a día de hoy lo que rodea al citado letrero es un auténtico desastre. Reina el caos más absoluto en todo lo que se refiere a los accesos y salidas del recinto aeroportuario por parte de todo tipo de vehículos que han de pasar por el mismo. Conseguir llegar es toda una odisea, con colas kilométricas de vehículos de todo tipo. Cuando uno consigue llegar, en innumerables ocasiones se topa con el aparcamiento público cerrado por estar supuestamente completo y, digo supuestamente por que al pasar junto al mismo se pueden ver diversas plazas vacías, señal de que nadie mantiene un control real de la ocupación del mismo. Por el vial que debería ser exclusivo para taxis, autobuses o cualquier vehículo de servicio público, circula todo el mundo sin más (cosa que es muy normal si nadie controla el acceso al mismo). Por otro lado, y prácticamente al lado de ese aparcamiento cerrado, se pueden ver explanadas de aparcamiento de AENA infrautilizadas.

Foto a día de hoy, aparcamiento imposible, problemas para descargar y recoger pasajeros y conseguir acceder a la instalación se convierte en toda una aventura, para encontrarte cuando lo consigues con un edificio nuevo de aparcamiento sin acabar y que acumula meses y meses de retraso, con lo que no se puede dejar el coche en ningún sitio. La directora del aeropuerto intenta justificar la situación por el retraso acumulado en la ejecución debido a los restos arqueológicos encontrados, pero lo cierto es que después de dos años de inactividad, y por lo tanto con muchos meses en los que se ha podido prevenir que todo esto pudiera ocurrir, la directora del aeropuerto de Ibiza ha sido incapaz de planificar la alternativa necesaria que permitiera paliar las numerosas dificultades de movilidad terrestre que sufre la instalación que dirige.

Dirigir un aeropuerto va mas allá de gestionar las entradas y salidas del importante número de aviones que aterrizan y despegan del mismo cada día. Estos aviones suelen ir repletos de pasajeros que no merecen sufrir lo que les espera una vez están fuera del edificio. De no solventar con rapidez el caos reinante, quizás debería empezar a plantearse dar paso a alguien capaz de resolver la pésima imagen que se está dando al mundo gracias a    su nefasta gestión.

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