La frase «el periodismo es el cuarto poder» fue popularizada por el escritor y filósofo escocés Thomas Carlyle, el cual se la atribuyó al político británico Edmund Burke, que expresaba que después del poder ejecutivo, legislativo y judicial estaba el de los medios de comunicación. Fundamentada en alusión a la gran influencia que ejerce el periodismo sobre la sociedad y sobre todo en las decisiones de muchos gobiernos y políticos. Como contrarresto en muchas ocasiones he escuchado a periodistas desmentir que los medios de comunicación tengan este poder, que esta frase es una exageración.
Desde mi ignorante opinión, el «cuarto poder» es bastante plausible en algunos asuntos. Un ejemplo claro se produce en la Conselleria de Educación, son muchas las problemáticas relacionadas con los centros educativos que han encontrado presurosa solución una vez que el hecho ha llegado a los medios de comunicación. Desde la lucha de la Asociación APIES por matricular a un chico en un módulo de Formación Profesional, que encontró rápido desenlace una vez la prensa local se hizo eco de esta clara discriminación de un joven con diversidad funcional. Hasta la imagen en los medios de comunicación del alumnado del CEIP Can Raspalls, asistiendo al colegio con casco como protesta para denunciar la falta de seguridad en algunas aulas, debido al mal estado de unos ventanales. Problema que según el equipo directivo ya hacía mucho tiempo que venían reclamando a las administraciones pertinentes. Después de que la noticia se hiciese pública se empezaron a plantear los arreglos con premura.
Si se revisa un poco de hemeroteca, a estos dos ejemplos, se podrían unir infinidad de noticias donde la solución al problema o la rapidez para solucionarlo fue encontrada, por la Conselleria de Educación u otras administraciones, después de que los hechos salieran a la luz en algún medio de comunicación.
Es verdad que el procedimiento burocrático de la administración es arduo, complejo y regulado pero también es cierto que se acelera cuando salta a la opinión pública. Por este y otros motivos, no es de extrañar que ante cualquier situación conflictiva con la administración educativa se «amenace» con denunciarlo en los medios de comunicación para que los representantes públicos encuentren la solución con mayor apremio.
Para terminar con mucha ironía, propongo la creación de la oficina de denuncias periodísticas y soluciones raudas, al frente de ella colocaría a un profesional del periodismo con reconocido prestigio y pluma fácil, acompañado siempre de un fotoperiodista que busque la imagen perfecta. Así, los equipos directivos y las familias podrían mandar sus reivindicaciones a esta oficina y quizás las soluciones llegarán con más rapidez.
Posiblemente los periodistas tengan parte de razón y el poder no sea suyo sino otorgado a ellos por algunos representantes públicos. Aun así, si es para bien, os animo a que no dudéis en usar este «cuarto poder».
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