Arrancamos un nuevo año con buenos propósitos y con sanas intenciones, como siempre. Los seres humanos somos así. Con la excusa del inicio de un nuevo ciclo, nos fijamos nuevas metas que raramente cumplimos. Cuando más gente se apunta al gimnasio es en septiembre, después de las vacaciones estivales, con alrededor de un 30 % de las altas de todo el año. Le sigue el mes de enero, con alrededor de un 16 % de las nuevas inscripciones. Pero la realidad es que la mayoría de la gente se apunta y no va, o sólo va uno o dos días, para convencerse de que aquello no es lo que más le apetece hacer, por más que sea lo que más le convenga y lo que le tiene prescrito su médico.
Somos seres perezosos e inconstantes. Cualquier pretexto es bueno para incumplir lo que nos hemos prometido a nosotros mismos, imagínese lo que le prometemos a los demás, que a la mínima oportunidad dejamos aparcado a un lado, aunque siempre procuramos endosarle la culpa a otro. Forma parte de nuestra naturaleza y casi todo el mundo se ciñe a esta norma no escrita. Los que perseveran, son constantes en sus objetivos y cumplen la palabra dada, son personas extraordinarias, valiosísimas por escasas y difíciles de encontrar.
Entre los políticos, este tipo de hombres y mujeres no abundan. Hablo de mi propia experiencia, aunque puedo estar equivocado. Toda generalización es injusta y no se puede afirmar que todos los que se dedican a la cosa pública sean de una manera determinada, en absoluto. También hay gente noble, sincera y que actúa movida por sólidos principios morales y buscando el bien común, no lo niego. Pero en mi opinión y por lo que he podido comprobar, pocos políticos tienen la personalidad y el carácter para admitir que se han equivocado, o que no han podido cumplir con alguna promesa hecha tiempo atrás por su propia responsabilidad, sin echarle la culpa a otros de sus propios errores. Y esto no es privativo de la derecha ni de la izquierda.
AÑO ELECTORAL
El 28 de mayo próximo se celebrarán elecciones municipales, insulares y autonómicas en Baleares. Y a finales de año, elecciones generales. Será el momento de evaluar la gestión y las políticas llevadas a cabo por aquellos gobernantes que optan a la reelección, que en las Pitiusas son casi todos. Entonces será el momento de que los votantes emitan su particular veredicto sobre lo que cada partido político prometió que haría y, por lo que sea, no ha hecho o no ha podido terminar de hacer.
Hemos vivido una legislatura convulsa como nunca antes habíamos conocido. La pandemia de COVID-19 a comienzos de 2020 paralizó nuestras vidas y toda actividad económica. Muchos enfermaron, otros muchos perdieron la vida; otros sus negocios y puestos de trabajo. Afortunadamente, todo eso ha quedado atrás, pero es imposible olvidar lo vivido, pues a mucha gente le cambió la vida.
A la hora de decidir a quién votar, sería muy injusto no valorar en qué circunstancias nuestros gobernantes tuvieron que tomar decisiones que afectaban a toda la ciudadanía; a veces positivamente, otras no tanto. Pero afortunadamente, lo peor quedó atrás y la vida parece haber vuelto a la normalidad casi por completo; aunque tras la invasión rusa de Ucrania, han surgido nuevos problemas que afectan a toda Europa en mayor o menor medida, como la crisis energética y la inflación. Mucha gente, en especial de clase humilde, lo está pasando mal,
UNIDAD
Claro que la sociedad pitiusa y balear tiene graves problemas que resolver, algunos de los cuales se arrastran desde hace tiempo mientras otros se agravan año tras año. Pero por difícil que parezca y por crispada que esté la política, no debemos perder la esperanza. Las dificultades serán superadas si la sociedad en su conjunto se muestra unida, cohesionada y determinada a hacerles frente. Así ha sucedido anteriormente y así volverá a suceder si nos lo proponemos.
Con este convencimiento aprovecho para transmitirles mis mejores deseos de salud, prosperidad, paz y amor para este año 2023 que estrenamos. Procuremos ser felices y estar unidos, aunque cueste trabajo.