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Domingo 2o T.O. (Jn.1,29-34)

"Jesucristo vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre." | Pixabay

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En el Evangelio se llama a Cristo, «Cordero de Dios». Este nombre alude al sacrificio redentor de Cristo. El profeta Isaías había comparado los sacrificios del Mesías con el sacrificio de un cordero. La sangre del Cordero Pascual, rociada sobre las puertas de las casas, había servido para librar de la muerte a los primogénitos de los israelitas. Para confirmar la Divinidad de Jesucristo, el evangelista recoge el testimonio de Juan Bautista. Es uno de los momentos cumbre de la vida del Señor en el que se revela el misterio de la Santísima Trinidad. La paloma es símbolo del Espíritu Santo. Jesucristo vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre.

El Bautista dio testimonio diciendo: «He visto el Espíritu que bajaba del cielo. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Sobre el que veas que desciende el Espíritu y permanece en él, ese es quien bautiza en el Espíritu». «Y yo he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios: Jesús, una noche dijo a Nicodemo: El que no nazca de nuevo por el agua y el Espíritu Santo no puede entrar en el Reino de Dios».

Lo que nace de la carne, es carne, lo que nace del Espíritu es Espíritu. El sacramento del Bautismo nos confiere la dicha de poseer la Vida Eterna.

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