El tripartito que integra el Govern balear (PSOE, Podemos y Més) ha tenido la notable habilidad de rodearse de buenos profesionales de la comunicación, competentes y experimentados, que captó de las redacciones de los principales medios de comunicación de Mallorca para repartirlos entre el Consolat de Mar, las once consellerias y otros organismos gubernamentales. Este pequeño ejército de periodistas, alrededor del medio centenar, ha permitido al Govern de la presidenta Francina Armengol transmitir eficazmente los logros de su gestión, magnificándolos cuando ha sido necesario, y minimizar –o sofocar, directamente– la crítica proveniente de los medios independientes.
Este batallón de informadores, convenientemente transformado en agentes de propaganda gubernamental, ha sido determinante en el día a día del Ejecutivo autonómico. Se trata de un contingente cuatro o cinco veces superior al que tuvieron los gobiernos precedentes, pero es un gasto que merece la pena.
No satisfecho con esto, en el tramo final de la legislatura el Govern ha decidido septuplicar su plantilla de periodistas y técnicos, convirtiendo a los trabajadores de los servicios informativos de IB3 en empleados públicos.
Los trabajadores de las empresas subcontratadas por el ente público IB3, presidido por Andreu Manresa, dejan de ser empleados de sociedades privadas para engrosar el sector público autonómico, con las ventajas y privilegios inherentes a todo funcionario. A partir de ahora son empleados indefinidos no fijos hasta que se convoquen oposiciones, ni se sabe cuándo. Después, plaza fija e inamovible, mejor salario, horarios estables y menos presión laboral.
El ente público de la radio televisión autonómica IB3 engordará descomunalmente, lo cual requerirá de más recursos humanos y mayor burocracia para gestionar una plantilla propia. Más periodistas, técnicos y personal de administración para hacer lo mismo que se ha venido haciendo hasta ahora, desde el nacimiento del canal mallorquín, porque poco hacen del resto de las islas.
Si hasta ahora IB3 se limita a difundir noticias gubernamentales, sin apenas críticas y eludiendo asuntos espinosos para los partidos del Pacte de Bellver, a partir de ahora veremos lo que es tener funcionarios que no han ganado su plaza en una oposición, informando a la ciudadanía. Lejos de ganar en independencia, tendremos informadores agradecidos y entregados al Govern que les hizo empleados públicos sin presentarse a unas oposiciones. Para echarse a temblar.
Por su parte, los profesionales de las productoras encargadas de los programas no informativos de la cadena, seguirán como estaban. Las mejoras no son para ellos, aunque sustentan el grueso de la parrilla. Me refiero a las productoras mallorquinas, porque las del resto de islas hace tiempo que no son tenidas en cuenta por Andreu Manresa. El centralismo mallorquín ha llegado a cotas inimaginables en IB3. Una cadena autonómica que nació, hay que recordarlo, precisamente para potenciar la industria audiovisual de Baleares. Una industria que agoniza en las islas, a excepción de las productoras amigas que reciben año tras año el encargo de hacer programas o series. Un ente autonómico con un presupuesto de 40 millones que reparte migajas a las empresas audiovisuales de Pitiusas y Menorca que ven como cada vez es más difícil trabajar para una televisión autonómica que prefiere contratar a productoras de fuera de las islas en ocasiones, antes que dar oportunidades a las pequeñas empresas de aquí.
El tándem Armengol-Manresa ya tiene enteramente a su disposición la televisión pública balear, hasta el punto de vetar la entrada de otros medios de comunicación para informar de la visita de la presidenta del Govern a la sede del ente público. Sólo esto da idea de lo que está por venir en cuanto a la libertad de información y la pluralidad en IB3.