Si el pasado domingo lanzábamos la pregunta ‘¿Qué quiere realmente Llorenç Córdoba?', ahora ya tenemos la respuesta: dinero.
Tanto misterio en las reivindicaciones que decía defender y negociar en Palma, y ahora resulta que lo que estaba pidiendo era un sobresueldo de unos 4.000 euros. Contrariamente a lo que sostuvo, nada tenía que ver aquella exigencia con Formentera ni con sus vecinos, sino con su cuenta corriente.
Sus problemas económicos, reconocidos por él mismo, son graves. Tanto que le han llevado a poner a la venta su clínica veterinaria. Se ve que las generosas retribuciones que percibe como presidente del Consell de Formentera y como diputado autonómico, que tiene las dietas más altas, no le bastan. Son casi 90.000 euros al año, aproximadamente 6.000 euros netos al mes, algo que ya quisieran muchos vecinos de la Pitiusa del sur, pero ni así le llega.
No es fácil recuperarse de una mala racha inversora. Las criptomonedas y las acciones en bolsa te pueden hacer rico, pero también te pueden arruinar. Córdoba, en su declaración de IRPF de 2021, admitió que había perdido 144.000 euros en ese ejercicio fiscal. Y aún no sabemos lo que figura en su declaración de 2022, porque todavía no está disponible. Lo que sí sabemos es que el presidente del Consell atraviesa penurias económicas.
Ayer mismo el vicepresidente del Govern, Antoni Costa, confirmó lo que ya habían dicho los consellers de Sa Unió. «El señor Córdoba pretendía condicionar la estabilidad del Govern en función de sus intereses personales, no de los intereses de Formentera». Y añadió: «Lo que se dijo no tiene nada que ver con el deslinde ni con ciertas infraestructuras».
La cronología de los hechos acontecidos la semana pasada, los comunicados difundidos por Córdoba, su actuar por libre, sus silencios y su situación económica, confirman las peores sospechas. El presidente del Consell estaba pidiendo un sobresueldo y amenazó con retirar su apoyo parlamentario al Govern si no veía satisfecha su exigencia. Por eso no dijo desde el primer momento cuáles eran los asuntos sobre los que había discrepancias, ni siquiera a sus propios socios de gobierno.Lorenzo Córdoba ya no pertenece a Sa Unió. Ha sido expulsado y, que se sepa, carece de apoyos. Sin embargo, se niega a dimitir. ¿Por qué se atornilla al cargo de esta forma tan indigna, que sólo acrecienta las sospechas?
Cabe pensar que, aunque ahora no tiene apoyos, está maniobrando para tenerlos. Podría cesar a los consellers de Sa Unió y nombrar a un nuevo equipo de gobierno con miembros de Gent per Formentera y PSOE, quienes estos días están contemporizando y exigen pruebas de las acusaciones que se han lanzado contra Córdoba, lo que permite entrever que estarían dispuestos a este golpe de mano en la institución insular.
La tentación de recuperar el gobierno de Formentera para la izquierda es muy grande, aunque sea a costa de mantener como presidente a Córdoba. Pero siempre será mejor eso que estar hasta 2027 en la oposición.
«No hay una sola prueba de todo lo que se ha denunciado», afirmó ayer mismo Rafa Ramírez, líder del PSOE de Formentera. Por su parte, Alejandra Ferrer (GxF) afirmó que «la acusación que hace Sa Unió es muy grave y esto no puede ir solo, tiene que ir acompañado de pruebas y de una querella».
Sa Unió, según desvela Ferrer, les ha planteado presentar una moción de censura para echar a Córdoba, pero los partidos de izquierdas no están por la labor. «La dimisión de Córdoba sólo debería producirse si realmente ha defendido sus intereses personales por delante de los de Formentera», opinó la antecesora de Lorenzo Córdoba.
Así las cosas, ya sabemos lo que quiere Córdoba. Sólo falta saber quién está dispuesto a dárselo, porque los que no han aceptado el chantaje, ya sabemos quiénes son. Le han expulsado de su coalición y le han exigido que dimita. Hubiese sido más fácil darle lo que pedía, pero eso tiene un nombre. Se llama corrupción. Pronto veremos quienes la combaten y quiénes no. Y mucho me temo que no habrá sorpresas, porque en tal de estar en el poder, hay quien no tiene escrúpulos, ni principios, ni ética, ni nada de nada.