Resulta desesperadamente indignante comprobar la falta de la menor efectividad en cuanto a las medidas que se van anunciando por parte de las administraciones competentes en materia de vivienda. El problema no para de crecer y lo hace a una velocidad supersónica en comparación al ritmo al que se toman decisiones reales, que permitan atisbar un mínimo de esperanza en encontrar una solución.
Las noticias sobre la problemática de vivienda en líneas generales, son el pan nuestro de cada día. Del mismo modo, resulta muy fácil ver que, si bien es cierto que la grave situación está extendida por una buena parte del territorio nacional, sin ninguna duda son nuestras Pitiusas y quienes residen o quisieran residir en ellas, quienes se llevan la peor parte.
Las noticias sobre el permanente agravamiento de la situación, son una constante en todos los medios de comunicación. Eivissa y Formentera son los lugares donde más se sigue incrementando el precio de la vivienda, tanto la nueva como la de segunda mano. Ambas islas son los territorios más tensionados de España en cuanto a los precios del alquiler. Se alquilan a precios desorbitados los lugares más estrambóticos, balcones, terrazas, trozos de terreno para aparcar una caravana destartalada, un sofá, un colchón tirado en cualquier sitio. Incluso hemos conocido estos días, que en Formentera se está ofertando la posibilidad de dormir debajo de una higuera, por el módico precio de 10 euros al día.
Como es fácilmente comprobable, la desvergüenza y la desfachatez de esos delincuentes inmobiliarios, que no tienen ni reparo, ni límite alguno a la hora de robar descaradamente a quienes están sufriendo en sus carnes la necesidad de un lugar donde poder residir, está cada vez más extendida. Por más que se pretenda hacer ver que se es consciente de la grave situación y, por más que se anuncien medidas para paliar la nefasta realidad; lo cierto es que ya cansa la permanente tomadura de pelo de quienes tienen la obligación y responsabilidad de velar por el bienestar de nuestra sociedad.
Se sigue utilizando la desesperación de mucha gente para hacer política de partido. Es agotador ver como unos y otros afirman ser conscientes de la gravedad del problema y que es necesario que todo el mundo arrime el hombro a la hora de trabajar y así poder encontrar una solución. La realidad es muy distinta, cada partido hace la guerra por su cuenta, nadie quiere atender a las propuestas de los rivales políticos, sean del color que sean. Rojos y azules quieren ser los supuestos protagonistas de una salvación, que por la tozudez y, por qué no, la ineptitud de todos ellos, jamás llega.
De nada sirven las leyes que llegan demasiado tarde y que no se aplican por ideología política. Tampoco aportan nada positivo de forma clara los anuncios de ambiciosos programas de construcción de gran cantidad de viviendas por parte de unos, ni las acusaciones de mentir de los rivales, hay que dejar de hacer política con la vivienda. Nada resuelve que por parte del equipo de gobierno de Vila se anuncie un ambicioso plan para la construcción de unas 1.000 viviendas en los próximos años, cuando la gran mayoría de estas son proyectos del pasado, que deberían estar en el mercado hace mucho tiempo, o bien son proyectos que ya se habian anunciado por parte de los gobernantes anteriores. Tampoco ayuda en nada, que la oposición se limite a criticar este plan, por muy absurdo y fraudulento que sea, cuando en tu tiempo de gobierno tampoco has conseguido ni tan siquiera empezar a reducir la problemática en cuestión.
Mientras la política sigue siendo como una lucha callejera, donde las diversas pandillas que pretender controlar el cotarro, están solo pendientes de atacar al rival; mientras se sigue dando un bochornoso espectáculo desde nuestra política, con insultos y agresiones verbales permanentes; mientras se siguen enviando mensajes de necesaria unidad de actuación, pero nadie es capaz de estrechar la mano del rival y ponerse a trabajar juntos de verdad. Mientras todo esto sigue ocurriendo, los indeseables que no tienen el menor escrúpulo a la hora de abusar de las necesidades de muchísima gente, siguen llenando sus bolsillos, pirateando y abusando.
Los asentamientos ilegales proliferan a la misma velocidad que las malas hierbas crecen en un campo de cultivo que no se cuida. Este verano de 2024, será una temporada más en la que los piratas de todo tipo seguirán ingresando ingentes cantidades de dinero de sus negocios ilegales. Una temporada más, las escasas actuaciones de las administraciones, van a ser francamente ridículas comparadas con los beneficios que esos delincuentes habrán obtenido. Una temporada más que tan solo servirá de reclamo para que el próximo año, aumenten de forma escandalosa esos indeseables sin escrúpulos.
Posiblemente se vuelvan a batir records de visitantes, nuestras carreteras seguirán atestadas, igual que nuestras playas; pero sin unidad de actuación, los piratas inmobiliarios seguirán abusando de todos, sin sentirse acosados ni perseguidos.