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Opinión

Cantos rebeldes

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Como los cocktail demasiado azucarados, los pelmazos dan resaca espantosa. El truco para salvar una fiesta es sentarlos juntos, que se vampiricen entre sí y no frenen el gozoso flujo de energía..

En Ibiza y Formentera, paraíso de almas descarriadas, todavía quedan personalidades potentes, maravillosamente diferentes, únicas, que no desean formar parte del rebaño de balido limitado (gran parte de la música electrónica es simple sieg hail socialista, la moda del feísmo es simple uniforme). Los espíritus libres van más allá de cualquier sustrato social, formación, raza y, por supuesto, del culto vulgar al bolsillo. El dinero es energía congelada y solo vale el que se gasta alegremente. Peor que un cheque sin fondos es un fondo sin cheques.

Si Freud desveló los dragones del subconsciente y despojó a la histeria puritana de su ahogador corsé social (todo deseo estancado es un veneno), vendrá una nueva revolución psicológica para animar al desarrollo personal y escapar de la castración woke del todos iguales, todos ofendidos. El clásico «Conócete a ti mismo»    es la mayor aventura en la corriente vital. Que a veces te tachan de loco, raro, frívolo, elitista, bala perdida, irresponsable cigarra cantarina, diletante, viva la Virgen, etcétera,    pues al cabo y qué.

Me animo con un trago de cachaza. La pegajosa calima se marcha con el viento y retorna cierta serenidad. El clima influye hasta el punto del clímax. Ya me rebelé a su debido tiempo en demasiados colegios y salas de hospital, también esquivando trabajos que provienen de trepalium (instrumento de tortura), de obligaciones que nada tienen que ver con el honor personal o el panache del narigudo Cyrano, ese poeta espadachín que bebía eter lunático para componer preciosos versos a mujeres que amaban a otros.

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