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Opinión

Formentera da la cara

Llorenç Córdoba en una imagen de archivo. | Marcelo Sastre

| Formentera |

Frente al artículo de opinión publicado en el Periódico de Ibiza y Formentera por el Sr. Perpinyà con el título de «Formentera da pena y asco», que pretende empañar la imagen de los políticos y ciudadanos de Formentera, no quiero quedarme callado. Éste es un momento para hablar desde el corazón, porque lo que se ha dicho sobre nuestra querida isla y los formenterenses no sólo es injusto, sino profundamente hiriente.

Resulta doloroso leer cómo se describe a Formentera como un lugar «parasitado por políticos corruptos». Es una imagen tan alejada de la realidad que parece más una caricatura grotesca desafortunada que una crítica seria. Formentera no es un «cenagal»; es nuestra casa, un lugar donde las personas nos esforzamos cada día por construir una vida mejor para nosotros y para nuestros hijos. Reducir nuestros esfuerzos a una serie de intrigas y mentiras es no solo una falta de respeto, sino también una muestra de desconocimiento absoluto.

Es curioso que mencione la «Ley de Murphy» con relación a nuestra isla, cuando bien podría aplicarse a su artículo en cuestión. Porque si hay algo que puede salir mal al hacer críticas infundadas es, precisamente caer en la tentación de la difamación, algo que usted no ha dudado en hacer. Quizás, en su empeño por desprestigiar, ha olvidado que la ética y la integridad son valores que en Formentera apreciamos profundamente en nuestra vida cotidiana.

Nos acusan de «victimizarnos» y de «chantajear al Govern». Quienes vivimos aquí sabemos que no somos víctimas, sino luchadores. Somos una isla pequeña, sí, pero con un corazón enorme, que ha sabido defender sus derechos y buscar lo mejor para todos. Es fácil, desde lejos, desde la Mallorca capitalina, malinterpretar nuestra defensa de lo que es justo como victimización, pero eso no podría estar más alejado de la verdad. No buscamos culpables, buscamos soluciones, y eso no es un capricho, es un deber.

La sugerencia de que vivimos en «la inopia», felices en nuestra supuesta ignorancia, es casi cómica si no fuera tan ofensiva. En Formentera, la tranquilidad y la paz son nuestros tesoros, pero eso no significa que seamos ajenos a la realidad. Al contrario, somos plenamente conscientes de los desafíos que enfrentamos, y trabajamos cada día para superarlos. Aquí la vida no es fácil, pero es auténtica y sabemos valorar lo que tenemos porque lo hemos construido con nuestras propias manos.

Y luego está esa idea de que nunca debimos separarnos del Consell de Ibiza, como si nuestra independencia fuera un error. Nada más lejos de la realidad. Formentera ha prosperado precisamente porque hemos sabido gestionar nuestros propios asuntos, porque somos una isla que se cuida a sí misma y que no necesita lecciones de nadie. Nuestro orgullo no es vano; está basado en lo que hemos logrado juntos, como vecinos, como amigos, como familia.

Así que, mientras otros se dedican a escribir palabras llenas de desprecio y pesimismo, aquí en Formentera seguimos adelante, con la cabeza alta y el corazón firme. Porque esta isla, nuestra isla, es un lugar donde la gente se preocupa de verdad por sus habitantes y su territorio, donde las decisiones se toman pensando en el bien común y donde cada persona aporta su granito de arena para hacer de este rincón del mundo un lugar mejor.

Al fin y al cabo, estamos bastante ocupados con la realidad, que para nosotros es mucho más interesante y gratificante que las teorías conspirativas que algunos se empeñan en inventar quién sabe con qué motivo o interés.

Desde Periódico de Ibiza y Formentera podrán decir lo que quieran, que para eso está la libertad de prensa, pero los que vivimos aquí sabemos y vivimos la verdad. Formentera es mucho más que las palabras de un artículo de opinión de un maestro de la verborrea hiriente y falsaria. Es nuestra casa, es nuestra vida, y jamás permitiremos que manchen su imagen.

Por todo lo citado, exijo a Periódico de Ibiza y Formenteray, en concreto, al Sr. Perpinyà, que pidan disculpas públicamente por el menosprecio y el odio que destila su escrito hacia el pueblo de Formentera.

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