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Opinión

Nefastas consecuencias

Imagen de archivo de la balsa de sa Rota, que permitirá la reutilización del agua depurada.

| Ibiza |

A raíz del debate abierto sobre la saturación turística y sus consecuencias, parece necesario tratar con urgencia los graves problemas que dicha saturación está provocando ya a diversos niveles. Mucho se ha hablado últimamente del grave problema de la falta de vivienda y la nefasta repercusión que tal situación provoca en el día a día de la sociedad en general.

Pero el de la vivienda no es el único problema que el descontrol y la falta de contundencia en la toma de decisiones por parte de las administraciones, vienen provocando en los sectores económico, laboral y social de la isla. Otro problema que debería conseguir la máxima atención, preocupación y dedicación por parte de las administraciones públicas es el agua, o más bien la escasez del tan preciado y necesario elemento.

La situación tanto en Eivissa como en Formentera, va pasando de alerta a prealerta y viceversa. Lo cierto es que los bajos niveles de las reservas hídricas de ambas islas ya hace algún tiempo que suponen un grave problema para las Pitiusas y, lo cierto es que a pesar de numerosos avisos que por parte de expertos en la materia se vienen haciendo llegar a las diferentes administraciones, la situación continúa agravándose año tras año. A pesar de ello y al igual que viene ocurriendo con otros problemas existentes, no parece que los citados avisos hayan hecho, ni estén haciendo mella en las decisiones que quienes tienen las competencias para ello deberían tomar, para frenar de una vez por todas la tremenda amenaza que supone quedarse sin algo tan necesario a todos los niveles, como es el agua.

Si resulta imprescindible seguir recordando la fragilidad del territorio en el que vivimos y la necesidad de preservarlo convenientemente para que pueda seguir siendo el principal tesoro de nuestra economía y el aval de nuestro modo de vida; resulta igual de necesario recordar la importancia que el equilibrio entre la explotación del territorio y la capacidad que el mismo nos ofrece, tiene para todos los que vivimos en estas islas.

Y entre los recursos que nuestro territorio y nuestro entorno nos ofrecen, sin duda es de suma importancia el agua. La escasez de este elemento y la importancia que el mismo tiene en todo tipo de actividad, hace que el mismo adquiera una especial relevancia en nuestro modo de vida habitual. El agua resulta imprescindible para la agricultura, para la industria turística y para cualquier otra actividad social o laboral que se quiera realizar.

La saturación política incide directamente en el descenso de los niveles de nuestras reservas hídricas disponibles. Nuestros pozos están sobre explotados, ello hace que la calidad de sus aguas vaya empeorando; el agua que se extrae de los mismos está cada vez más salinizada. Las tres plantas desaladoras del agua del mar que hay en Eivissa ya no dan abasto para cubrir con garantías los constantes incrementos de demanda que se producen. En la mayor de las Pitiusas las perdidas del preciado liquido en la red de abastecimiento, alcanzan de media el 27%.

Ante semejante panorama, no se observa una preocupación real por parte del Govern, que es quien tiene las competencias en todo lo que a la gestión del agua se refiere. Como ha ocurrido ya en otras cuestiones que son de suma importancia para todos, no se ve predisposición real a tomar el toro por los cuernos y tomar las decisiones contundentes que eviten las nefastas consecuencias que de seguir tal como hasta ahora, se ciernen sobre nuestras cabezas.

Ahora se afirma que el presupuesto autonómico del próximo año, prestará especial atención a los temas relacionados con el agua. Ya les avanzo que esa especial atención no irá más allá de alguna que otra medida que será como pretender acabar con una tremenda hemorragia con una simple tirita. A pesar de los constantes incrementos en el consumo de agua y de los muchos problemas que hay para conseguirla, seguimos teniendo unas depuradoras incapaces de cumplir con un nivel de depuración necesario, como para que esas aguas depuradas puedan aprovecharse y no acaben vertiéndose al mar.
Del mismo modo y a pesar de la ingente cantidad de agua que se pierde en las redes de distribución, tanto en alta como en baja, no existe propuesta o programa alguno que proponga invertir lo necesario para reducir esas fugas al mínimo y evitar con ello esa deplorable circunstancia. En Eivissa la cantidad de agua que se pierde por esas fugas, es equivalente a la producción entera de la desaladora de Santa Eularia.

Lo de tratar de ir parcheando, sin afrontar la problemática de cara, no parece la mejor opción para evitar que la escasez de agua acabe teniendo nefastas consecuencias a todos los niveles. Nuevamente la cuestión requiere de responsables decididos a tomar decisiones valientes y que sean capaces de discernir aquello que es realmente importante de lo superfluo. Para ello hay que atreverse a poner todos los medios necesarios para afrontar un caso tan grave como este. De lo contrario pasará lo mismo que con la vivienda y tendremos un nuevo drama.

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