VOX quería fuego, pero Prohens precisa calma. Los primeros se almimentan de la crispación, el enfado y el populismo, mientras que la presidenta nada a favor de la corriente cuando hay bonanza, calma y moderación. El mensaje de los populares se extiende entre aquellos ciudadanos que rechazan las soflamas identitarias, aunque en los tiempos que vivimos, la polarización augura una plena institucionalización del mensaje de Steve Bannon.
No habrá presupuestos (de momento). Toni Costa se deberá conformar con prorrogar los del año en vigor, algo que ya entraba en sus cálculos. A riesgo de mostrarse débiles y situarse en la confrontación, el PP gobernado desde Campos he elegido la moderación, plantando cara a un grupo parlamentario de VOX en descomposición teledirigido por Madrid. Manuela Cañadas revolotea ante el desplante del PP que ha decidido tumbar sus 34 enmiendas, para mantener lo que dice el Estatut de Autonomía respecto del catalán, cuestión que en el PP saben que les quitó quince diputados de un plumazo y les mandó a ellos a la oposición y a Bauzá a la papelera de la historia. No cometerán el mismo error y no se dejarán perder en ese laberinto.
Con las relaciones entre PP y VOX prácticamente rotas, se da un volantazo al rumbo de la legislatura y se inagura un nuevo preiodo de mayor inestabilidad parlamentaria en el que Tià Sagreras deberá buscar consensos aquí y allá. Prohens podría jugar la carta del adelanto electoral con su fiel amigo andaluz, Juanma Moreno Bonilla. Pero no se jugará el Consolat de Mar, sin saber donde caerá la bolita de la ruleta.
Toni Costa reza para que el Adviento y la Navidad apacigüen las aguas de un mar convulso para sacar su Ley estrella: los presupuestos. De momento, febrero queda lejos.