Llegaste a este mundo el sábado en Valencia y traes contigo una enorme alegría. Tus padres, Érika y César, te esperaban con ilusión y con el corazón desbordado del amor que te profesan desde el mismo día en que fuiste concebido. Eres fruto del amor entre una joven pareja que un día decidió formar su propia familia y construir su hogar. Deseamos que tu vida esté colmada de amor. No creo que haya nada mejor que tus tíos te puedan desear. La vida, Julen, es un viaje de contrastes. A veces da y a veces quita. Tu nacimiento ha sido una luz clara después de meses oscuros, mientras estabas en el vientre de mamá. Tu familia sufrió de cerca las consecuencias de un desastre natural que asoló Valencia el día 29 de octubre del año pasado. Lluvias torrenciales, calles inundadas, muchos muertos y desgracia por todas partes. Fueron meses difíciles y tristes. Como dice John Denver en una de sus canciones: «Algunos días son diamantes, algunos días son piedras. A veces los tiempos difíciles no me dejan en paz. A veces un viento frío me produce escalofríos en los huesos». Pero tú, Julen, eres un diamante. Una bendición del cielo. Un bálsamo para curar heridas recientes, una alegría que todo lo compensa. Al día siguiente de tu alumbramiento, una vecina de mi calle cumplió cien años. ¿No es emocionante? Unos empiezan y otros completan el ciclo. Así es la vida, en constante equilibrio entre lo que comienza y lo que acaba. Tu sola existencia ya ha hecho feliz a quienes te rodean. No podemos prometerte un mundo fácil, pero sí uno lleno de amor, de personas que te cuidarán, te enseñarán y te acompañarán. Tu familia se desvelará por procurarte una vida feliz y próspera. En eso eres muy afortunado. Entre tanta incertidumbre, tu nacimiento renueva nuestra esperanza en la humanidad. Bienvenido, pequeño. Gracias por recordarnos que, tras la tormenta, viene la calma. La vida es así de preciosa.
Opinión
Bienvenido, Julen
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Joan Miquel Perpinyà | Ibiza |