Rosario Sánchez casi provoca un suicidio colectivo en Cas Serres

«Us puc assegurar que quatre pocavergonyes no tiraran en terra ses il·lusions, els anhels i les conviccions de milers de militants del Partit Socialista. No ho permetrem». Con esta contundencia se dirigió Vicent Roselló al puñado de delegados que asistieron en Cas Serres al 7º Congreso de la de la Federació Socialista d’Eivissa FSE-PSOE. En los momentos más bajos de la formación, sus líderes intentan a la desesperada mantener el ánimo intacto, algo que se antoja imposible.

Le precedió en el uso de la palabra la mallorquina Rosario Sánchez Grau, vicesecretaria general del PSIB-PSOE, que, con el entusiasmo de un mejillón, trató inútilmente de animarles diciendo: «Tenemos que trabajar con ilusión, ganas, empuje, aunque tengamos un momento difícil, aunque haya audios y noticias que repugnan y que van en contra de todo lo que es ser socialista». Los dejó a todos KO y al borde del suicidio colectivo.

Rosario Sánchez, que es secretaria de Estado de Turismo pese a no saber nada de turismo —y por eso no concede entrevistas y mantiene un perfil subacuático tratando de pasar desapercibida para que no se note su inopia—, visitó Ibiza, pese a no saber nada de Ibiza, hasta el punto de decir que aquí gobierna el PP con Vox. Como vive en Madrid y la tienen todo el día haciendo turismo y viajando de aquí para allá, llega un punto que no sabe ni dónde está ni para quién habla. Lluís Planas debió prepararle unas fichas para evitarle hacer el ridículo, pero como es un inepto a sueldo del Gobierno, pues así les va. Dan pena.

Como la actriz de reparto que es, la mandó venir Francina Armengol, que por lo visto tenía cosas más importantes que hacer en Mallorca. No todo iban a ser malas noticias, porque con la que está cayendo, a ver quién quiere una foto con Armengol. Pero la pobre Rosario se puso a hablar de las motivaciones de los socialistas cuando se afilian al partido; y a acusar al PP de especuladores, de gobernar para unos pocos, y de todas esas chorradas que les meten en la cabeza desde que ingresan en las Juventudes Socialistas, crudos y a medio cocer.

El día después de que la UCO entrase en la sede nacional del PSOE, en la calle Ferraz, quizás no sea el mejor día para presumir de las virtudes de todo socialista y para hablar de especuladores. Y menos siendo miembro de un Gobierno en minoría, sin presupuestos, sin apoyo parlamentario y que ha entrado en modo búnker para resistir, como garrapatas hambrientas, agarrados al cargo hasta 2027.

ARMENGOL

Francina Armengol ya no engaña a nadie. Ayer se mostró indignada y dijo que no permitirá que se intente ensuciar su nombre». Su nombre no puede estar más pringoso, ¿no lo ve? Su estrategia, idéntica a la del aparato del PSOE, consiste en repetir hasta la náusea que ella no sabía nada, que es inocente, que todo es un intento de ensuciar su nombre. El problema es que el relato hace agua por todas partes. Porque la verdad es terca y los hechos también.

La expresidenta balear, hoy tercera autoridad del Estado, ha sido pillada mintiendo, cuando afirmó en el Senado que no conocía al empresario Víctor de Aldama, cuando la verdad era que se había reunido con él en el Consolat de Mar. Y según dijo el «delincuente confeso», que así le denominaban no hace mucho para tratar de difamarle, no fue para hablar de mascarillas.

También el propio José Luis Ábalos, cuando su asesor Koldo García fue detenido por la Guardia Civil, se declaró «estupefacto» y «engañado». Meses más tarde, ya reconoce los hechos y busca un pacto con la Fiscalía para rebajar condena.

La credibilidad de Armengol está en ruinas. Como la de Ábalos, Cerdán y Sánchez. Ella sigue aferrada al cargo, a la inmunidad política, al relato oficial que se desmorona con cada nueva prueba y con cada informe de la UCO. Y el que se refiere a ella, está terminando de hornear. Saldrá después del que le costará el cargo al ministro Ángel Víctor Torres, expresidente de Canarias. Y entonces se sabrá todo.