Es dudoso que haya en todo el país una obra pública con el historial de contratiempos, vicisitudes, imprevistos y retrasos que acumula el Parador de Ibiza. Nadie negará que, desde el principio, allá por 2004, cuando se decidió transformar el Castillo de Vila, construido en el siglo XVI, en un Parador de Turismo, las dificultades a las que habría que hacer frente eran numerosas y de calado. Se trataba de un proyecto extremadamente complejo y caro.
Las obras comenzaron en 2008. Arquitectos y arqueólogos excavan para convertir un castillo en desuso desde los años 80, en un hotel de lujo. 17 años y 27 millones de euros después, aún estamos sin huésped, sin reservas y sin fecha de inauguración concreta. Pero el castillo ya es un Parador, aunque esté cerrado.
La obra, que debió estar terminada en 2011, se topó con restos arqueológicos que obligaron a replantear casi todo. Algo más que previsible, si se piensa bien. Pero cuando parecía que el año 2025 sería el de la inauguración definitiva, la falta de personal pospone su apertura oficial. Mejor dejarlo para después del verano…
Y en estas que Paradores y Turespaña sacan un comunicado y culpan al Ajuntament d’Eivissa porque las obras municipales en el Camí del Calvari —sin previo aviso, según ellos— impiden el acceso rodado al edificio de octubre a diciembre, por lo que vuelven a aplazarlo hasta fin de año.
El alcalde Rafa Triguero monta en cólera y tilda el anuncio de «bochornoso» y «vergonzoso». Para los socialistas, todo este circo es puro humo y propaganda: acusan al alcalde y al PP de dilatar la respuesta a Turespaña desde julio de 2023, demorando un año la aprobación del aljibe e impidiendo que el proyecto avanzara.
Y por si faltaba sal en la herida, el PP ha decidido llevar el caso al Congreso y al Senado. El líder del PP de Ibiza y diputado, José Vicente Marí Bosó exige ceses y dimisiones por la licitación de la renovación de 47 baños, cuando ni siquiera se ha abierto el Parador. Se van a renovar baños que nunca han sido utilizados. ¡Un despropósito!
Las patronales turísticas de Ibiza ya hablan de «indignación generalizada». Y no les falta razón. Las cosas en Ibiza llevan su propio ritmo y no hay lamentos que valgan. Aquí, el uno por el otro, la casa sin barrer. Pero que nadie se rasgue las vestiduras, porque es cierto que todos tenemos ilusión por ver esta obra faraónica terminada y en funcionamiento. Pero dudo que un Parador Nacional, por bonito y exclusivo que sea, vaya a cambiar la realidad de las cosas en Vila durante la temporada baja. Ojalá, pero no lo veo.
Sería bonito que el Parador fantasma quedase al margen de la batalla política, pero por lo visto, eso es mucho pedir. Mientras tanto, no veo a los ibicencos demasiado afectados por el enésimo retraso. ¿Qué más dará si abre en octubre o si abre en diciembre? Que abran cuando quieran, unas semanas más de demora, nadie lo notará.
Si acaso, llamará la atención que Paradores abra un hotel cuando los demás están cerrados, pero para eso se hizo. Lo demás, humo y ruido.