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Ni rojos ni celestes: Ibiza necesita un fútbol que sume, no que reste

| Ibiza |

Durante demasiado tiempo, la relación entre la UD Ibiza y la SD Ibiza ha sido cualquier cosa menos sana con malentendidos, silencios tensos, deudas, acusaciones públicas, comunicados envenenados y hasta entrenamientos con la policía de por medio. Todo, mientras los aficionados de ambos equipos se han sentido dentro de una de esas series en las que los guionistas siguen extendiendo las temporadas por más que saben que el chicle y la historia ya no da para más.

Todo el mundo es consciente que compartir campo, recursos e instalaciones no es fácil y que, como dice el refrán, «las medias ni para las piernas». Pero lo que se ha vivido entre los dos clubes más importantes a nivel futbolístico de la ciudad ha sido otra cosa. Ha sido un conflicto que viene de lejos y en el que lo deportivo ha quedado enterrado por lo institucional, lo económico y hasta lo personal dando la sensación de que bastaba cualquier chispa para reavivar la llama.

Y es que después de la supuesta deuda de la SD Ibiza de 16.000 euros con la UD Ibiza por el uso del campo Sánchez y Vivancos, en cada comunicado y en cada rueda de prensa el mensaje fue subiendo de tono en una guerra de dardos cuyo objetivo era el liderazgo de un relato que cada uno se empeñaba en controlar, y que tuvo su episodio más vergonzante cuando en octubre de 2024 el equipo que preside Amadeo Salvo decidió personarse para entrenar en la pista de atletismo municipal pese a que el Ayuntamiento de Ibiza había prohibido el acceso hasta llegar a un acuerdo con la SD Ibiza obligando a la Policía Local a levantar acta a los jugadores y técnicos que allí estaban. Y todo ello mientras los aficionados quedaban atrapados en medio de ese pulso absurdo que dejó de lado algo tan básico como el respeto, el entendimiento y el bien común.

Algo que, además, a muchos de los seguidores de los dos equipos les dolió. Ibiza ciudad es pequeña, tiene recursos limitados y muchas carencias en lo deportivo. Aquí no sobra nada, y cada oportunidad de avanzar debería aprovecharse. Pero en lugar de eso, hemos asistido durante años a un espectáculo de reproches, declaraciones altisonantes y vetos mutuos que lo único que ha hecho ha sido frenar el crecimiento del fútbol local.

Y por eso, el anuncio del partido entre UD Ibiza y SD Ibiza este 9 de agosto en Can Misses, en plena celebración de las Festes de la Terra y anunciado con gran acierto por la concejala de Deportes del Ayuntamiento de Ibiza, Catiana Fuster, con una preciosa y simbólica camiseta dividida en dos partes con los colores de ambos equipos, es más que una fecha marcada en el calendario. Es una señal y una demostración de que cuando hay voluntad poco a poco se pueden ir cerrando heridas por profundas que sean y, sobre todo, de que si se tira de paciencia, cordura, diálogo y sentido común la política es mucho más que salir en las fotos, Es, entender, que este conflicto iba mucho más que de la UD Ibiza y de la SD Ibiza, iba de ciudad, de convivencia y de identidad.

De comprender que más allá de los intereses de cada club, están los niños y niñas que entrenan cada semana soñando con vestir alguna vez una camiseta de alguno de los dos equipos en Segunda División o en Primera o Segunda RFEF, y están los padres y madres que hacen malabares para llevar a sus hijos a los entrenamientos. Y por supuesto está la afición que llena Can Misses y el Sánchez y Vivancos cada fin de semana, cantando y vibrando con los colores que han escogido y que mereces un espectáculo a la altura.

Y ojo, que nadie se confunda. Este partido no significa que ahora todos vayan a ser amigos ni que se hayan olvidado los desencuentros pasados pero si supone un pequeño punto de partida. Un gesto que puede abrir una etapa nueva donde se priorice el diálogo por encima del orgullo ya que si algo ha quedado claro en todo este embrollo es que el enfrentamiento no le ha servido a ninguno de los dos clubes, generando únicamente desgaste y división, restando mucho más que sumando.

Así que ahora la oportunidad está sobre la mesa. Y es una oportunidad enorme. No solo para jugar un partido de fiestas, sino para construir un modelo de fútbol que represente de verdad a la Ibiza que todos queremos, una Ibiza moderna, inclusiva y orgullosa eh la que se normalicen relaciones entre los clubes, se deje de usar la prensa como campo de batalla y se hable de extender colaboraciones con el fútbol base y otros equipos de la isla abriendo espacios de diálogo donde no solo se escuchen las quejas, sino también las ideas y las propuestas.

Ojalá se consiga mantener este rumbo y este partido del 9 de agosto no se quede en una anécdota sino que sea el principio de algo más grande para que el fútbol de Ibiza deje de darse la espalda comprendiendo unos y otros que la ciudad de Ibiza merece mucho más que una guerra de egos. Y es que al final, cuando el balón empieza a rodar, desaparecen los egos, los comunicados y los enfrentamientos y solo queda el fútbol con esa magia que tiene cualquier deporte que se juega en equipo y con un balón para unir a gente que piensa y que se siente distinto en torno a unos colores, un escudo, una camiseta o una bufanda.

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