En Ibiza la clientela que acude a restaurantes se ha desplomado entre un 15 y un 20 por ciento respecto a la temporada pasada, según estimaciones del sector. Los restauradores atribuyen esta caída a los elevados precios del alojamiento y del ocio nocturno, que obligan a recortar el gasto en restauración. Pero aquí hace falta autocrítica, algo de inteligencia: en lugar de lamentarse por lo que ponen otros, ¿por qué no analizar qué falla dentro del propio sector? Se habla de precios altos en hoteles y discotecas, pero ¿y las cartas de los restaurantes? A menudo se observa deficiente profesionalidad y precios abusivos. Pero ellos no hablan de eso, sino de lo que cobran otros. Este sector está lleno de microempresas familiares que apenas sobreviven, y lo harán menos si no mejoran la calidad y ajustan la oferta al cliente real, no al que ellos quisieran tener. En Mallorca se cerraron 370 negocios en 2024 y se esperan unos 500 en 2025, una cifra que va más allá del «exceso de oferta»: refleja mala salud empresarial, márgenes mínimos, costes desbordados y falta de relevo generacional. Es momento de que los restauradores se pregunten qué aportan realmente al turista y al residente. Más que quejarse de los precios hoteleros y de las discotecas, deberían optimizar su servicio, ajustar costes, profesionalizarse y competir fuerte. Que se dejen de excusas externas. Si quieren sobrevivir, primero deben mirarse en el espejo y actuar con rigor. Pero prefieren lamentarse, quejarse de lo que hacen otros sectores en lugar de actuar en su propia casa. ¿Acaso esperan que las discotecas y clubes bajen sus precios porque ellos pierden clientes? No sean ridículos. Analicen si lo que cobran a sus clientes se ajusta a lo que las cosas valen y al servicio que ofrecen. Igual se llevan una sorpresa; pero mejor culpar a otros, ¿verdad?
Opinión
La culpa es siempre de otros
Foto: Redacción
Joan Miquel Perpinyà | Ibiza |