Eres español, ¿te ha costado madrugar?», han preguntado a Carlos Alcaraz en el Open USA. El tenista ha respondido con la alta diplomacia de miles de años de civilización murciana, sin hacer sangre. Pero en la época woke, en que la moda es mostrarse ofendido, muchos medios han querido despellejar a la preguntona, que no es otra sino la gran tenista Mary Joe Fernández, de ascendencia cubana y asturiana, con lo cual también debe ser aficionada a remolonear entre las sábanas hispanas. Lo cual no tienen nada de malo salvo que seas un puritano calvinista.
No creo que la pregunta fuera con mala leche, pero en los tiempos de la corrección política, cualquier atisbo de ironía o sentido del humor supone una ofensa capital.
Otra cosa fue cuando un puritano holandés, entonces presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se quejó que los del Sur pedíamos rescates que luego gastábamos en alcohol y mujeres. Supongo que pensaba en la canción de Julito: Me gustan las mujeres, me gusta el vino. A ese tipo en la infancia no le amenazaban con el Coco sino con el duque de Alba, y algún resquemor le quedó. Y respondimos con la leyenda de que a los holandeses les echaron de Escocia por tacaños, lo cual es el colmo.
Ah, pero los tópicos tienen algo de razón. ¿Madrugar? Solo si es necesario. ¿Y la pasta, qué mejor gastada que en brindar por la vida y mimar a las mujeres? «Aquel que no gusta del vino, la mujer y el canto será un necio toda su vida», llegó a sentenciar Lutero tras montar un innecesario cisma cristiano por las indulgencias y excesos romanos, que ciertamente gustaban de brindar con sus amantes mientras fomentaban la belleza en las artes. Amor también es humor.