Síguenos F Y T I T R
Hoy es noticiaEs noticia:

Ibiza necesita calma, no división

Lugar en el que atropellaron mortalmente a una joven el pasado domingo | Foto: Toni P.

| Ibiza |

Vivimos tiempos convulsos. Basta con abrir un periódico, encender la radio, entrar en cualquier red social o sentarse en una terraza y escuchar conversaciones para comprobarlo. En los últimos meses, Ibiza ha sido escenario de sucesos que, por su crudeza y capacidad de generar indignación, han sacudido a nuestra sociedad. Y es que no podemos obviar que la detención de un hombre de 31 años que, tras consumir gas de la risa, atropelló mortalmente a una mujer en Sant Josep; las polémicas en torno a las citas de la ITV; los robos atribuidos de manera precipitada a inmigrantes olvidando que también roban españoles; o la polémica por la agresión a dos médicos en un centro de salud son temas que no dejan indiferente a nadie.

Sin embargo, el modo en que reaccionamos ante ellos marcará la diferencia entre una comunidad que se rompe en bandos enfrentados y otra que prefiere evitar la confrontación por el bien común. Por ello creo, humildemente, que todos debemos hacer un alto en el camino, respirar hondo y preguntarnos qué queremos para Ibiza. Pensar si deseamos vivir en un lugar donde cada conflicto se convierte en batalla campal de acusaciones y desconfianza o en una isla que, como tantas veces en su historia, sabe tender puentes, mantener la calma y encontrar soluciones colectivas.

El papel de los medios, políticos y redes sociales

Tengo muy claro que no soy ejemplo de nada ni estoy en posición de dar lecciones. Trabajo en una radio y, como todos, cometo errores casi cada día. Pero precisamente por eso siento la obligación de mirar de frente a la realidad y reconocer que, quienes formamos parte de este gremio, no siempre estamos a la altura porque son tiempos difíciles para la profesión y en demasiadas ocasiones se busca el clic fácil, el titular llamativo, la polémica que genera visitas o la frase que enciende las redes. Y entiendo que en un contexto en el que las ventas han caído y la atención dura segundos, la tentación es enorme.

Sin embargo, no todo vale y no podemos inflamar una situación sin pensar en el día después y es que si algo aprendí en la universidad y en mi trayectoria, con más o menos acierto, es que el periodismo debe servir para aportar luz, no para echar gasolina al fuego. Y que aunque respeto profundamente a los compañeros de raza que buscan la exclusiva y luchan por ofrecer otro tipo de informaciones porque su trabajo es imprescindible, yo he preferido optar por un periodismo amable, cercano al ciudadano y que no divida. Seguramente no será el mejor, pero con él descubrí que también se puede ayudar, se puede hacer feliz a la gente y se puede aportar serenidad en medio del ruido. Puede sonar anticuado en tiempos de titulares que buscan impresionar más que explicar, pero sigo creyendo que las palabras, igual que los hechos, hieren y dividen.

En este sentido, algunos políticos tampoco son inocentes. Con demasiada frecuencia se sirven de la confrontación constante para arañar un puñado de votos. Da igual si el tema es la inmigración, la seguridad, el transporte o la vivienda porque siempre hay quien encuentra la forma de agitar el miedo y la rabia para obtener más votos cuando lo que más necesita Ibiza, España y el mundo, es serenidad, reflexión y propuestas reales que mejoren la convivencia y den soluciones a los problemas de fondo.

Porque la rabia puede dar titulares pero no aporta soluciones a los problemas reales del día a día.
Ni tampoco podemos obviar el papel de las redes sociales. Hoy cualquiera puede publicar, opinar y difundir sin filtros ni verificación. Lo que empieza como un comentario sin pruebas en un canal de mensajería puede acabar amplificado por miles en cuestión de horas, disfrazado de denuncia ciudadana con el peligro que supone convertir rumores en verdades que alimentan la ira y terminan en auténticas cazas de brujas. Las mal llamadas redes sociales son un espejo deformante que nos hace creer que todo es más grave, más urgente o más polarizado de lo que realmente es. Nos empujan a reaccionar antes de pensar porque una mentira repetida veinte veces en X puede tener más impacto que un hecho demostrado ante un juez.

Una llamada a la calma

Por todo ello, hoy más que nunca, hace falta calma. Hace falta un periodismo responsable, que no se deje arrastrar por la inmediatez y el espectáculo. Hace falta ciudadanía crítica, que no dé por cierto todo lo que circula en internet y que no caiga en la tentación de señalar colectivos enteros por los actos de unos pocos. Y hace falta una política más constructiva, que no se aproveche del miedo para obtener réditos.

La convivencia en Ibiza siempre ha sido nuestra mayor fortaleza. Somos una tierra de acogida, de mezcla y de encuentro como yo mismo puedo dar fe cuando llegué desde Madrid hace 15 años y me abrieron la puerta pageses, ciudadanos llegados de los cinco continentes, veteranos de la hostelería o jóvenes emprendedores. Aquí comprendí que esa diversidad de la que presumía Ibiza no es una amenaza, sino una riqueza si se gestiona con responsabilidad.

Frente a cada titular que pueda dividirnos, deberíamos recordar que Ibiza siempre ha sabido levantarse unida. Lo hicimos tras los incendios que arrasaron bosques enteros, cuando cientos de voluntarios se organizaron para recuperar lo perdido, lo hicimos durante los meses más duros de la pandemia, cuando asociaciones, vecinos y empresas se volcaron para que nadie quedara atrás y lo hacemos cada verano, cuando recibimos a miles de visitantes y demostramos, pese a todo, que sabemos convivir con ellos.

No es bueno que la crispación nos robe lo que nos hace únicos. Necesitamos más espacios de encuentro, más diálogo, más escucha. Necesitamos medios que apuesten por la calma y expliquen lo complejo sin simplificarlo hasta la caricatura. Necesitamos redes y administraciones que conecten y no que enfrenten. Y, sobre todo, necesitamos mirarnos unos a otros con un poco más de humanidad.

Cada vez que compartimos un rumor sin verificar, contribuimos al ruido. Cada vez que escribimos un comentario lleno de odio, dejamos una herida en la convivencia... y al contrario, cada vez que damos un paso atrás antes de juzgar, cada vez que tendemos una mano en lugar de señalar, estamos construyendo una sociedad más fuerte y más justa. Y es que al final todo se resume a tener que arrepentirnos mañana de las cazas de brujas que alentamos hoy. A demostrar que esta isla y este país, con todos sus problemas y contradicciones, puede seguir siendo un lugar de encuentro y no de confrontación. Y que, tal y como nos enseña la historia, estamos mejor unidos que separados… y que quizá este sea el titular que merece ser compartido.

Sin comentarios

No hay ningún comentario por el momento.

Lo más visto