Ibiza vuelve a ser noticia. Y, por una vez en mucho tiempo, no lo es por el exceso, la masificación, la falta de vivienda, por un joven precipitado desde un balcón o por una fiesta sin control. Esta vez, la isla se coloca a la cabeza en la eliminación total de los anuncios de alquiler turístico ilegal en Airbnb. Sí, lo han leído bien… ni un solo anuncio irregular queda en la plataforma más potente del sector según nos han contado los políticos.
La presidenta del Govern, Marga Prohens, vino a Ibiza este jueves para anunciarlo a bombo y platillo porque nunca es bueno dejar escapar una buena noticia de la que puedas presumir en política. Y es que nos guste o no, se le quiera sacar la punta que se quiera, lo cierto es que Ibiza marca el camino. Sin dudas. Sin ambages. Los hechos están ahí y no mienten, y son rel resultado de años de trabajo, de informes técnicos, de sistemas de control y de una coordinación público-privada que, hasta hace poco, parecía ciencia ficción en Baleares.
Como no podía ser de otra manera, y viendo el éxito, el Consell d’Eivissa, con su presidente Vicent Marí al frente, también se apuntó el tanto, recordando que ya en la legislatura pasada se pusieron los cimientos con la creación de la Oficina de Lucha contra el Intrusismo, e incidió en que a pesar de que muchos aseguraron que solo era un chiringuito más, finalmente ha acabado siendo clave para que hoy podamos hablar de resultados tangibles como son las miles de plazas ilegales fuera de juego y el fortalecimiento de un sector que ahora es mucho más transparente.
Una victoria que habla de datos, no de discursos
Lo cierto es que más allá de siglas políticas o de colores o ideologías, los números son claros. En julio de 2024 había más plazas ilegales que legales en Airbnb y hoy, algo más de un año después, todas las que se anuncian tienen número de registro. Eso significa que han desaparecido más de 14.500 camas ilegales, repercutiendo, si todo va bien, en menos presión sobre la vivienda residencial, más seguridad para el turista y una competencia más justa para los empresarios que cumplen con la normativa.
Además, se lanza un mensaje de que en Ibiza ya no es tan fácil hacer lo que se quiera sin que haya consecuencias, aunque eso implique el seguir reforzando la vigilancia y no bajar la guardia. Y es que no nos engañemos, quien quiera hacer trampas, la hará, quizá en otras plataformas más opacas o mediante el boca a boca.
Sin embargo, lo que resulta un poco cansino es la eterna politización de cualquier logro. Apenas se anunció la noticia, ya teníamos al ministro Pablo Bustinduy, desde Albacete, lanzando dardos al alcalde de Madrid, José Luis Martínez -Almeida, y al presidente de la Comunidad valenciana, Carlos Mazón.
¿De verdad hacía falta? ¿En serio era necesario mezclar churras con merinas? Entiendo que para muchos todo es política y potenciales votos y que la tentación de usar cualquier cosa para cargar contra el adversario político es constante y que un titular que tenga en la misma frase a Madrid o Valencia siempre vende más, pero ya empieza a cansar el que se use cada paso, cada resultado, cada palabra o cada coma como munición política. Al final, tanta politización termina por restarle valor al propio avance.
Porque al final, que el Consell de Ibiza, gobernado por el PP, y un ministerio de signo distinto colaboren con éxito debería ser la norma, no la excepción, por más que se nos venda casi como un milagro. El ministro tiene razón cuando subraya que los pisos turísticos ilegales expulsan a familias de sus casas y vulneran el derecho a la vivienda, pero quizás se agradecería un poco más de contención y un poco menos de rifirrafe partidista porque al final, lo que importa no es quién se lleva la medalla, sino que el problema se resuelva.
Y por otro lado, también resulta curioso el papel de Airbnb en todo esto. La plataforma, que durante años fue vista como el gran villano que alimentaba la especulación, ahora aparece como socio colaborador que presume de transparencia y de respeto a la legalidad, con su portavoz para España y Portugal presumiendo con orgullo de que este es un hito histórico y un modelo a replicar en el resto de islas.
No sé si se trata de oportunismo, de sincera transformación o un poco de ambas cosas pero lo que si parece claro es que un portal de internet como Airbnb sabe que no puede permitirse un choque frontal con los gobiernos locales, viendo como ha visto que en muchos lugares del mundo ya le han puesto freno. Creo, sinceramente, que ha entendido que es mejor sumarse al carro de la legalidad y mostrar un rostro amable por más que en lugares como Ibiza sepan quienes han sido los que han alimentado durante años el mercado de la irregularidad
La otra cara de la moneda
Sin embargo, el hecho de que Ibiza sea la primera en lograr que se retire toda esta oferta ilegal no significa que todo esté solucionado. En Formentera, por ejemplo, reconocen las dificultades para aplicar un control similar porque, una vez más, les faltan medios, personal y recursos para vigilar con la misma intensidad y porque por más que todos seamos pitiusos, lo que vale en una isla no siempre se puede copiar tal cual en otra.
Además, lo conseguido no implica automáticamente que el problema de la vivienda esté arreglado. Los precios siguen por las nubes y muchos residentes aún se ven obligados a compartir piso en condiciones precarias o a abandonar la isla en busca de alquileres más asequibles. La medida es un paso adelante, sí, pero aún no garantiza que la gente pueda vivir dignamente aquí todo el año.
Ni tampoco sería malo recordar que este «decrecimiento» que defiende el presidente del Consell d’Eivissa Vicent Marí es solo en ilegalidades, no en turistas, y que mientras no haya un debate serio sobre los límites de carga de la isla, sobre cuántos visitantes puede asumir Ibiza sin colapsar, corremos el riesgo de seguir poniendo parches a un modelo que hace tiempo está tensionado por más que haya funcionado la ley que regula la entrada de vehículos.
Sin embargo, y a pesar de todo, la noticia merece celebrarse. No todos los días Ibiza aparece en los titulares nacionales como pionera en algo que no tiene que ver con la noche, el lujo o los excesos. Que seamos los primeros en limpiar Airbnb de anuncios ilegales es una victoria de las instituciones, de los técnicos, de los vecinos que denunciaron, e incluso de los empresarios que se mantuvieron en la legalidad cuando lo fácil era ceder a la tentación, y por eso ahora toca mantener la guardia alta, evitar que el problema se traslade a otras plataformas y acompañar estas medidas con políticas serias de vivienda, porque de poco servirá que desaparezcan los pisos ilegales de Airbnb si al mismo tiempo alquilar un apartamento es tarea casi imposible.
A pesar de todo, lo que está claro es que, por una vez en mucho tiempo, tenemos un motivo para sentirnos orgullosos. Aprovechémoslo para mirar hacia adelante con responsabilidad y no para convertirlo en un arma arrojadiza más y a ver si nos convencemos de que en Ibiza, cuando se quiere, se puede.