Lo que nos faltaba por ver…

La noticia estremece. Familias que optan por traer en avión a sus hijos menores a España y luego los dejan abandonados, sabiendo que no quedarán desamparados porque las instituciones insulares se harán cargo de ellos. Así, el viaje elude el peligro mortal de cruzar el mar en patera. Una jugada audaz, fría y calculada. No exenta de cierta crueldad. Según los dos consells insulars implicados, al menos cuatro menores han sido «tirados» en las últimas semanas tras llegar en avión. En Menorca se documentan dos casos –uno de apenas 11 años– donde los progenitores se marcharon con el billete de vuelta tras abandonar al niño en una estación de autobús. En Ibiza, otros dos casos similares, procedentes del Magreb, convierten el fenómeno en altamente inquietante. Ante este nuevo modus operandi, ¿qué se puede hacer? Lo primero: no caer en la simplificación xenófoba. Son menores. Requieren protección, atención psicológica, respeto por sus derechos y necesidades básicas. Hay que actuar con humanidad. Pero no cabe duda de que habrá quien aprenda de la exitosa experiencia y que imite ese comportamiento que, quién sabe, quizás sea incluso más barato que pagar a las mafias que les traen en patera poniendo a un hombre espabilado al timón, para que al llegar a tierra le detengan por patronear la embarcación. Pero ¿es admisible que unos padres hagan esto y dejen abandonados a un hijo de 11 años en una parada de autobús? Si se permite que esto prospere, se estará legitimando una vía de migración irregular agravada por el abandono infantil. Pero mucho me temo que no habrá instrumentos legales ni para actuar contra los progenitores, ni aún menos voluntad política para hacerlo por quien deber: el Gobierno central y la Fiscalía, que de él depende. Lo que nos faltaba por ver, lo tenemos ante los ojos. Y lo peor es que esta aberración irá a más porque el Estado está inerme.