Ibiza es ese lugar en el que cada uno se cree conocedor de su ‘esencia’ y su ‘magia’. Casualmente, los que con mayor facilidad se atreven a pontificar sobre la autenticidad de Ibiza son los que precisamente la desconocen. No, la música electrónica no forma parte de nuestra idiosincrasia. No, el yoga tampoco forma parte de nuestras costumbres. No, las raves no han sido nunca nuestra fuente de entretenimiento. No, los hippies nada tienen que ver con nuestras tradiciones. Mucho menos la nueva era de pseudohippies de iPhone y vaper que dicen conectar con la naturaleza a través de instagram. Es el caso de la ‘influencer’ Noa Ruiz que no tuvo mejor idea que okupar una cueva en un espacio protegido de la bahía de Xarraca y presumir de ello para sus miles de seguidores. La Policía Local de Sant Joan hizo muy bien en largar y sancionar a esta mente privilegiada que se instaló allí como si fuera suyo, haciendo fuego a escasos metros del bosque, y dejando restos de basura. La inteligencia la persigue, pero Noa corre más.
Estos son los que después montan guarderías sin licencia, fiestas ilegales y realquilan a espaldas del propietario. Todo sin permiso, sin impuestos y sin escrúpulos. Curiosamente, son los que después se llenan la boca hablando de preservación y los que se lloriquean a la mínima que la administración les frena el business. Estos nouvinguts con poco criterio y muchas ínfulas son los que tienen la cara de querer instruirnos a los residentes sobre nuestro futuro. Por venir dos temporadas a Platja den Bossa y hacerse una foto en el mirador de Es Vedrà ya se piensan que han «conectado» con Ibiza y eso les dé derecho a pretender condicionar nuestro modelo de vida en base a su criterio superficial. Dios nos libre de esta plaga de iluminados.