Altar panteísta frente al Vedrá, que todo está lleno de dioses: Iovis Omnia Plena. Vagabundos del dharma y preciosas al·lotas portando flores silvestres para un amigo de gran personalidad y muy querido, Manel Aragonés, que se nos ha ido con las botas puestas, no sin antes regalarnos otra fabulosa puesta de sol en un oasis fabuloso, Es Vedrá de azul diamantino y cielo azul rutilante, trío orgásmico de mar, cielo y tierra, que el mundo es la chispa del placer.
Sat Chit Ananda: Ser-Consciencia-Gozo. La ecuación sánscrita es un credo para los gozadores del Aquí y Ahora, para los que viven más en el espacio que en el tiempo, abiertos a las maravillas de la vida y lo que venga en la otra orilla. ¿Excesos? También conducen al palacio de sabiduría.
Manel era esteta y, como dibujaba su propia estela, sabía que lo que mata es el miedo, así que su celebración estuvo rezumante de belleza y saudade. Naturalmente yo portaba mi petaca de whisky, pues aunque me encanta el té de romero y el milagrito de jengibre, miel y limón, conocía que en esa mágica tarde necesitaba algo más, cuestión de naturalezas suculentas.
Cuantas danzas orgiásticas, conversaciones luminosas, abrazos de oso, amores furtivos, flechas de Kama, alientos afrodisios y tremendas partidas de backgammon en el Sunset Ashram, en la esmeraldina Cala Conta, donde Manel inventó su último feudo, a contracorriente de las macarradas sin alma, y con tanto éxito que en las tardes de verano parecía que uno iba a bañarse al Ganges rodeado de apsaras. ¿Purificación? Cuestión de fluir con las energías que nos asaltan en la senda vital donde no existen los planes de antemano, que el mejor viajero es aquel que no sabe adónde va. Buen viaje, querido amigo.