Una mortalidad del 12,4 por ciento

1.037 personas han desaparecido o muerto en 2025 intentando llegar a Baleares en patera por la llamada ruta argelina, según el informe anual de Caminando Fronteras. Con un volumen de 8.358 personas que lo intentaron, esa cifra de víctimas convierte a este archipiélago en lo que la propia ONG califica como «laboratorio de la necrofrontera». Lo dicen como si eliminando la frontera, desaparecieran los muertos, cuando lo que hay que hacer es impedir que salgan las embarcaciones de Argelia porque esa es la única forma de evitar muertos. Ese corredor ha superado en tráfico migratorio a rutas históricas y se ha consolidado como una de las más transitadas desde el norte de Argelia hacia España –especialmente hacia Ibiza y Formentera– con 121 tragedias documentadas este año. La ONG denuncia opacidad, falta de coordinación y búsqueda reactiva en lugar de rescate proactivo. Y es que según ella, no hay que poner en marcha una operación de rescate cuando se tiene noticia de que una embarcación con seres humanos a bordo desaparece, sino que hay que hacerlo de forma permanente, porque la salida de pateras no se interrumpe y hay que socorrer a esos migrantes, que una vez rescatados y trasladados a tierra, tienen vía libre para ir donde les plazca a lo largo y ancho de la Unión Europea. Según Caminando Fronteras, hay que convertir la ruta argelina en una ruta segura. Descartan eliminarla o reducirla, y por supuesto, devolver a los que lleguen irregularmente. Del mismo modo que este lunes la ONG difundió comunicados de prensa en Baleares y Canarias para abrirnos los ojos ante el drama humanitario que se sucede a nuestro alrededor, ¿no sería mejor informar a los potenciales usuarios de esa ruta insegura del elevado riesgo de morir en el intento de llegar a Europa? Una de cada ocho personas que intenta llegar a Baleares desde Argelia muere.