A plena luz del día, brujas, fantasmas y varios monstruos deambulan por el Mercat Vell para sorpresa de muchos. El motivo es la fiesta infantil de Halloween que el Ayuntamiento de Ibiza ha incluido en las actividades organizadas con motivo de los 150 años de este emblemático espacio.
Lejos de asustar y dar miedo, estos pequeños personajes participan en diferentes talleres que, una vez más, han sido todo un éxito. En uno de ellos, varias «brujitas» e incluso esqueletos adornan unos fantasmas de papel que colorean y a los que pegan algodón. «Esto es creatividad pura», afirma la monitora que ayuda a crear después unos grandes colgantes para los niños.
En una mesa cercana, otros recortan y pintan unas cartulinas que después serán calabazas para recoger los dulces y caramelos en el famoso Truco o Trato. Un ‘ninja oscuro', de siete años, se afana por acabar la suya.
La pequeña Carmina ha elegido un bonito traje de bruja para acudir a la fiesta. Ella misma ha pedido disfrazarse y espera su turno para participar en los talleres.
Laura espera a que a su hijo Mateu terminen de pintarle la cara, en este caso como uno de los personajes de la Patrulla Canina. Su madre explica que al niño le encantan los pintacaras y, aunque en la familia intentan seguir más las tradiciones ibicencas, reconoce que es muy complicado no dejarse llevar por costumbres y modas como Halloween, más cuando los niños comienzan a ir a colegios o guarderías.
«Pasa lo mismo con el Papá Noel», explica Laura, recordando que años atrás esta tradición navideña casi no se celebraba en la isla.
El domingo acudirán también a otra fiesta similar, aunque el 1 de noviembre lo reservarán a las costumbres más ibicencas como los panellets o una trencada de pinyons.
Cristina y sus dos niños de cuatro y dos años disfrutan también de la fiesta, aunque ella reconoce que la fiesta de Halloween «me gusta cero». Al igual que Laura, explica que es muy difícil evitar participar en alguna actividad de este tipo y asegura que «mi hijo me lo pide y no sabe ni lo qué es». Esta madre rechaza esta celebración al no ser una fiesta «demasiado infantil», con monstruos o sangre por todas partes.
«Tampoco me parece coherente que yo les explique que no hablen con extraños o que no coman dulces y después esta fiesta consiste en eso», manifiesta.
Mientras los niños juegan en los talleres, decenas de padres aguardan pacientes a que sus pequeñas brujas, zombies o ninjas completen los talleres, bailen un poco y quieran regresar a casa.
La «terrorífica» jornada finalizará después con varios túneles del terror, uno para los más pequeños y otro para adultos.