Fotógrafos de toda la isla y de todas las edades participaron el pasado domingo en las diferentes pruebas de la I Maratón Fotográfica, incluida en el programa del festival Sant Josep és Foto. Esta prueba, que contó con más de 80 inscritos, constituyó el acontecimiento final del certamen y también coincidió con la última jornada para visitar las exposiciones fotográficas de Pepe Cañabate, Joana Dueñas y Francesc Fàbregas, que estuvieron abiertas durante todo el mes de abril en las salas de exposiciones de Can Jeroni, Can Curt y Caló de s'Oli.
Los participantes tuvieron que presentarse en uno de los cuatro puntos de salida, situados en Can Sala (Sant Jordi), Can Jeroni (Sant Josep), Can Curt (Sant Agustí) y Caló de s'Oli (Cala de Bou), donde recibieron un listado con las diferentes pruebas que tenían que completar. Estos retos eran diferentes para cada una de las tres categorías de la prueba: menores de 12 años, que debían estar acompañados; adolescentes de entre 12 y 17 años, y adultos.
Entre los retos que tuvieron que afrontar los participantes adultos figuraba la creación de una imagen inspirada en alguna de las exposiciones de Sant Josep és Foto, que se mantuvieron abiertas durante el reto; la búsqueda de un reflejo perfecto sobre el agua, espejos o cualquier otra superficie; contar una historia a través de una imagen; captura personas interactuando con el paisaje y realizar una instantánea en blanco y negro.
Los adolescentes, por su parte, también tuvieron que afrontar la prueba de la inspiración en las exposiciones, realizar un retrato, captura una imagen de contraste urbano entre lo antiguo y lo moderno, fotografiar un pequeño detalle que normalmente pasa desapercibido y hacer una instantánea que expresase movimiento.
Por lo que respecta a los niños, fueron a buscar sus colores preferidos en la naturaleza o en las calles, fotografiaron un objeto curioso que les llamase la atención, hicieron una foto de su familia, capturaron una instantánea de animales y buscaron formas curiosas en el paisaje.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada se produjo a las 12:30 horas, cuando la organización pidió a los inscritos que se presentaran en la sala de exposiciones de Can jeroni para hacer una foto de familia en la fachada, cosa que implicaba recibir tres puntos extra. Hasta allá se acercó la mayor parte de los participantes, que manifestaron estar viviendo el reto con mucha emoción, y muchos hasta reclamaron a la organización que el año que viene se vuelva a repetir el reto.
Las pruebas se realizaron entre las 9:30 y las 14 horas, a un ritmo libre y sin prisas, y los fotógrafos tuvieron hasta las 20 horas para entregar a la organización sus imágenes debidamente etiquetadas por correo electrónico o WhatsApp. Próximamente, un juzgado las evaluará y las puntuará, determinando las ganadoras de las diferentes categorías y retos, que recibirán diferentes premios. Además, participarán en una exposición en la que se hará una selección de las mejores imágenes.
Sant Josep és Foto y sus creadores
La primera edición de Sant Josep és Foto representa mucho más que un festival fotográfico. Es el fruto de la pasión, el esfuerzo y la ilusión de dos grandes entusiastas de la fotografía y del patrimonio local: Joan F. RIbas y José Juan Gonzálvez, dos ibicencos profesionales de este oficio tan apasionante que, movidos por su amor por la imagen y su profundo respeto por el municipio de Sant Josep de sa Talaia, se han propuesto transformar este rincón del mediterráneo en el epicentro de la fotografía creativa.
San José constituye uno de los territorios con mejores posibilidades para organizar un acontecimiento de estas características, por la calidad y variedad de sus paisajes. El municipio cuenta con calas escondidas, playas inmensas de arena blanca, acantilados impresionantes y salidas y puestas de sol cargadas de color. Además, está rodeado por un mar de islotes que confieren una gran espectacularidad en las fotografías, como es Vedrà, sa Conillera, s'Illa des Bosc, s'Espartar o ses Bledes. Aglutina también un Parque Natural con unas salineras de 2500 años de antigüedad, un poblado fenicio declarado Patrimonio de la Humanidad, torres de defensa, pueblos con encanto, iglesias blanqueadas y una arquitectura rural blanca y emblemática, cuyo resplandor destaca entre los cultivos y montes de pinos.