Santa Eulària se transformó de nuevo en un escenario abierto al teatro, al juego y a la imaginación, donde niños y niñas fueron los verdaderos protagonistas. Una de las propuestas más esperadas fue Kujira, el espectáculo itinerante de la compañía Sac Espectacles, de Lérida. Una inmensa ballena articulada surcó las calles del centro acompañada de música, espuma, pompas de jabón y un séquito entusiasta de pequeños seguidores que no quisieron perderle el rastro. El recorrido culminó con la subida por el Passeig de ses Fonts hasta la plaza del Ayuntamiento, donde el ambiente festivo alcanzó su punto álgido. No muy lejos de allí, el peculiar tío vivo ecológico de la compañía Katakrak captó la atención con su filosofía de reciclaje y sostenibilidad. A falta de electricidad, era el propio responsable quien, a golpe de pedal, ponía en marcha la estructura hecha con objetos reutilizados, mientras los más pequeños daban vueltas entre risas y asombro.
También en el paseo destacaba Jugueroix, una propuesta ya consolidada en el festival y dirigida por el ibicenco Alfredo Marí, que ocupó buena parte del espacio con sus juegos de gran formato. Construidos en madera y con ingeniosos mecanismos, los juguetes gigantes fueron un imán para niños y niñas de todas las edades. «Han sido tres días de lo más intensos. Los niños y niñas no han parado mientras ha durado el festival, que cada año es más y más impresionante», comentaba Marí.