Entre acordes litúrgicos, aroma a flores y una luz que se filtraba por la puerta de entrada, la Catedral de Ibiza volvió a convertirse este 5 de agosto en el corazón espiritual de la isla. Como cada año, el templo se vistió de solemnidad para acoger la misa en honor a Santa María de las Nieves, patrona de Ibiza. Una cita que trasciende lo religioso para convertirse en una ocasión de arraigo, historia y emoción para quienes tienen señalada esta fecha en su calendario.
La ceremonia estuvo presidida por el obispo de Ibiza, Vicent Ribas, acompañado por miembros del clero de distintas parroquias. En su homilía, Ribas reflexionó sobre la figura de la Virgen como símbolo de amor incondicional, humildad y solidaridad, y destacó su papel como inspiración para construir una sociedad mejor. Entre las decenas de personas que iban llegando a la Catedral se encontraba Loli, que acudía con dos de sus amigas. Llegaban sofocadas por las cuestas empinadas y el calor. «Nos habían dicho que había un autobús para subir hasta arriba, pero no lo hemos visto», comentaba con la voz entrecortada.
Libertad y respeto
El obispo puso el acento en el valor de la libertad, tanto individual como colectiva, y llamó a los fieles a trabajar por una sociedad en la que todas las personas puedan expresarse con respeto.
«María meditaba sobre todo lo que vivía, y eso nos invita también a nosotros a reflexionar sin miedo, a expresarnos con libertad en una sociedad abierta, donde nadie tenga miedo a compartir lo que piensa desde el respeto». Subrayó, además, que la devoción por la Virgen María debe ir acompañada de un compromiso con la dignidad de las personas más vulnerables.
Pese al calor, la nave central y las capillas laterales se llenaron de fieles, autoridades y representantes de entidades culturales. Nada más comenzar, el silencio se impuso, interrumpido solo por susurros y los últimos asistentes que entraban apurados, muchos de ellos abanicándose para combatir la temperatura sofocante. «Hemos visto tanta gente fuera que nos hemos quedado por curiosidad», comentaban David y Nuria, una pareja de turistas sorprendida por la magnitud de la celebración.
Entre los asistentes destacó, como cada año, la colla de Vila con su indumentaria tradicional, y el Cor Ciutat d’Eivissa, cuyas voces acompañaron los momentos clave de la misa.
El momento más emotivo llegó con la ofrenda floral. En un silencio, decenas de personas desfilaron por el pasillo central para dejar sus ramos a los pies de la imagen de la patrona. Un gesto colectivo que se repite cada año con la misma emoción de siempre.
Iglesia reservada para los políticos y enchufados, los unicos que pueden subir en coche, los demas a subir andando. Basta ya!