La playa de s’Aremal se volvió a convertir este sábado en el ya tradicional campo de batalla del enfrentamiento entre romanos y cartagineses
La tarde arrancó con la cantera. Los más pequeños tuvieron su propia guerra, pensada para ellos, con agua, espuma y carreras en la orilla.
Poco después comenzó el ritual de la llegada de ambos bandos. Los cartagineses, reforzados este año con nuevas generaciones, llegaron desde Sant Antoni. Los romanos, fieles a su bando, llegaron marchando por la playa desde Sant Josep.
Una vez en la playa se escenificó, como manda la tradición, un intento de acuerdo que nadie esperaba que prosperara.
Con el público abarrotando el paseo, llegó la pregunta que todos esperaban: «¿Queréis tomates o guerra?». La respuesta fue unánime y, tras la cuenta atrás coreada por los asistentes, se desató la batalla.
El arsenal de este año fue más reducido de lo habitual debido a la sequía, lo que acortó la duración del enfrentamiento. Sin embargo, la intensidad no faltó: tomates volaron en todas direcciones mientras combatientes y curiosos intentaban esquivar los impactos.
Las risas se mezclaron con los gritos de guerra en una coreografía improvisada que no dejó a nadie indiferente.
Pese a que las tensiones fueron en aumento a medida que avanzaba el combate, la contienda terminó como siempre: en tablas y con abrazos de fraternidad entre romanos y cartagineses. La arena, teñida de rojo, fue testigo una vez más de que la historia puede repetirse cada verano, aunque sea en clave festiva y con mucho humor.
Para recuperar las fuerzas, una torrada fraternal sirvió de intermedio para recuperar fuerzas y darlo todo en el concierto de la banda ‘Esta me la sé’, que cerraría la jornada en s’Arenal.