Posiblemente, el reconocimiento que el obispo de Ibiza, Vicent Ribas, quiso hacer a la comunidad gitana de las Pitiusas no salió todo lo bien que se esperaba puesto que la representación de este colectivo en la misa que ofició en la Catedral fue mínima. Aun así, el templo ibicenco acogió una bonita celebración religiosa amenizada musicalmente por la Hermandad Rociera de Sant Antoni y el Coro Rociero de Santa Eulària, entre otros.
Según comentó después el presidente de la Asociación Chavorró de Ibiza, José Luis Rodríguez, las obras que se ejecutan en varias zonas de Dalt Vila habían impedido a muchos llegar hasta la Catedral. De hecho, miembros de esta comunidad tenían previsto entregarle al obispo una vara gitana, un regalo que tendrá que esperar.
Ribas presidió la misa conmemorando los 600 años de la llegada de los gitanos a España, una efeméride que coincide además con el año jubilar que se celebra cada cinco lustros en la Iglesia católica.
El obispo, durante su homilía, aseguró que, el gitano, es un pueblo que ha sufrido muchas veces el desprecio del resto de la sociedad y al que no se le ha dado el lugar que le correspondía.
«No se ha comprendido su forma especial de vivir la fe», sentimientos que este pueblo «vive profundamente», también con una forma especial de entender la vida, según afirmó Ribas.
En el oficio religioso se cantaron salves de tradición gitana dedicadas a la 'Majarí Calí', esto es, a la Virgen María. La misa finalizó además con la tradicional Salve Rociera, que emocionó a más de un asistente.
Tras la misa, en la plaza de la Catedral, los miembros de los coros marianos de la Diócesis pitiusa celebraron un pequeño aperitivo para seguir disfrutando de la mañana festiva.