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Navidades

«Es una alegría entrar en una habitación y ver los ojos de los pacientes llenos de felicidad»

Un exprofesional de Can Misses, que está jubilado, lleva más de 10 años llevando la Navidad a los usuarios

Francisco Plaza posa delante de la decoración navideña que ha creado este año | Foto: Moisés Copa

| Ibiza |

Desde hace más de una década, la Navidad en el Hospital Can Misses tiene un protagonista inesperado. No es médico ni enfermero, tampoco forma parte de los equipos asistenciales que trabajan a pie de cama, pero su presencia se ha convertido en una de las más esperadas por pacientes, familiares y profesionales sanitarios. Francisco Plaza, personal de mantenimiento jubilado del centro hospitalario, se transforma cada diciembre en Papá Noel para llevar ilusión a las habitaciones, especialmente a las de los niños y a las de los pacientes más vulnerables.

«Es una alegría entrar en una habitación y ver los ojos de los pacientes llenos de felicidad», resume Paco, que reconoce que cada visita es una experiencia muy especial. Al principio, confiesa, siente cierta vergüenza. «Soy muy vergonzoso hasta que me voy soltando», explica entre risas. Destaca que basta con cruzar la puerta de una habitación y encontrarse con esas miradas de sorpresa y emoción para que cualquier reparo desaparezca.

Francisco Plaza tiene 65 años y medio, como él mismo dice con humor, y durante buena parte de su vida laboral formó parte del servicio de mantenimiento del Hospital Can Misses. Era personal estatutario incluso antes de que se construyera el nuevo hospital y, tras la concesión del servicio, continuó desempeñando su labor bajo la gestión de la empresa concesionaria, manteniendo su plaza gracias a la subrogación del personal. Aunque se jubiló a principios de este año, la Navidad no entiende de retiradas para él.

«Es una alegría entrar en una habitación y ver los ojos de los pacientes llenos de felicidad»


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Su vinculación con las decoraciones navideñas del hospital comenzó hace ya más de diez años, en torno a 2012 o 2013, casi de manera casual. «Todo empezó con un muñeco de nieve que hacía de frigorífico», recuerda. A partir de ahí, la imaginación fue ganando terreno. Construyó una Puerta de Belén semiviviente, con un pequeño río de agua que desembocaba en una laguna con peces vivos, y el siguiente paso fue vestirse de Papá Noel. La buena acogida entre compañeros y usuarios del hospital le animó a seguir adelante.

Poco a poco, el proyecto fue creciendo. Llegó el trineo, una osa con su osezno, los renos… hasta reunir una auténtica familia navideña. «Al final me junté con siete renos», explica. Durante la pandemia dio un salto más y decidió «darle vida» a Rodolfo, el primer reno. Le incorporó motores y luces, y desde entonces no ha dejado de perfeccionar cada figura. Este año, Papá Noel ya no es un elemento estático: mueve la cabeza, agita una mano con una campana y saluda con su característico «jo, jo, jo» deseando feliz Navidad. Los renos, por su parte, mueven las patas y parecen que estén a punto de emprender el vuelo. Todo está hecho por él mismo, con materiales reciclados y mucha inventiva.

«Los compro, pero en realidad todo es reciclado», agrega. Su faceta de creador artístico se mezcla con su experiencia técnica, logrando decoraciones en movimiento que sorprenden a quienes pasan por Can Misses.

La buena acogida entre compañeros y usuarios del hospital le animó a seguir adelante.

Cada año cambia la disposición y añade algún elemento nuevo para que la estampa navideña no sea nunca la misma. No obstante, para Paco, más allá del montaje exterior, lo que realmente da sentido a esta iniciativa son las visitas a las habitaciones. Vestido de Papá Noel, Paco recorre los servicios de Pediatría, tanto urgencias como hospitalización, la planta de niños mayores, consultas e incluso otras áreas del hospital. Lleva caramelos, pequeños regalos y, sobre todo, tiempo y cercanía. «Es una satisfacción muy grande. Cuando un joven te ve, los ojos que pone… es increíble», destaca, resaltando que los niños participan activamente en la tradición.

En Can Misses hay un buzón donde depositan sus cartas para Papá Noel y, en Nochebuena, Paco se encarga de repartir pequeños obsequios. Muchos compañeros y usuarios colaboran donando peluches o caramelos, y el personal del centro se implica para que todo salga bien. «Esto es un poquito de todos, cada uno pone su granito», destaca.

Este año, además, la iniciativa contó con la participación de su familia. Su hijo se vestió de elfo y él mismo adoptó el papel de Grinch en una de las jornadas, recorriendo consultas y distintas áreas del hospital.

A pesar de haberse jubilado el pasado julio, Paco tiene claro que su objetivo es organizar esta iniciativa cada Navidad en Can Misses, si finalmente no tiene que trasladarse a la Península.
Paco tampoco se olvida de agradecer el apoyo recibido durante todos estos años. Da las gracias a sus compañeros del hospital, que cada día sacan adelante su trabajo y que siempre le animan a continuar. «Cuando ven estos decorados, me felicitan y me animan para seguir. Esto es lo que te hace pensar en nuevas ideas para el año siguiente y montar otro decorado para que todos lo disfruten», concluye.

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