El martes pasado tuvo lugar en Formentera una conferencia, organizada por la asociación Espai Dones, titulada ‘Internet, el nuevo lobo feroz' e impartida por la especialista en la atención a víctimas de los Mossos d'Esquadra de la Generalitat de Catalunya, Andrea García González.
—¿Cuáles han sido los temas principales de su ponencia?
— Hemos hablado de lo que comporta el uso de Internet y como proteger y protegernos de aquellas conductas que nos puedan afectar tanto a los mayores como a los niños y adolescentes. Nos hemos referido a cómo actuar frente al bullying, al acoso o las amenazas y la manera de manejarnos ante estos hechos.
—¿El bullying es algo que preocupa a las familias?
— El acoso siempre ha existido pero ahora tiene una nueva fórmula a través de Internet y las redes sociales, el denominado ciber bullying, en el que se distribuyen imágenes o mensajes para acosar y maltratar a otra persona de manera cruel, ya que la difusión de cuestiones privadas, los insultos o amenazas causan mucho daño sobre todo psicológico. Pero esto no ocurre solo entre los jóvenes, también los adultos están expuestos, ya que actualmente recibimos a muchas personas que vienen a denunciar que, por ejemplo, han acabado una relación de pareja y su ex utiliza o amenaza con usar imágenes o mensajes vía Internet para atacar, cuando esas fotos u otros elementos se hicieron cuando la relación estaba bien y quedaban en el ámbito íntimo de la pareja. En estos casos la víctima entra en una situación de descontrol y de miedo, de no saber qué hacer ya que estas acciones acaban anulando su voluntad al ver que su intimidad puede hacerse pública. Estamos ante una nueva forma de violencia de género
— Muchas de estas situaciones en la red son en forma de amenazas para amedrentar al otro, ¿no es así?
— Sí, pero hay que tener en cuenta que las amenazas son un delito y hay un desconocimiento por parte de jóvenes y adultos que utilizan Internet que cuando se hacen públicas imágenes u otros contenidos sin el consentimiento de la otra persona están generando un daño. Entre las amenazas más frecuentes están las relacionadas con material fotográfico, audiovisual o a través del whatsapp u otros elementos de telefonía.
—¿Qué recomendaciones daría para evitar este tipo de situaciones?
— Utilizar de forma segura las redes sociales o los teléfonos móviles y tener en cuenta los riesgos de exponernos en público y que otras personas tengan acceso a esa información. Hay elementos básicos tanto para jóvenes como adultos: no agregar en las redes a personas desconocidas, que por ese mismo hecho no son tus amigos, así como bloquear, etiquetar y cancelar para reducir el núcleo a tu ámbito más privado. Hay mucha gente que cuantos más ‘amigos' tiene en las redes sociales, cree que incrementa su éxito y realmente tus amistades son las que te conocen. Otra de las cuestiones que podemos aplicar para evitar riesgos es desbloquear la geo localización del móvil. También hay que tener en cuenta que cuando navegamos por Internet siempre queda rastro de las páginas que hemos visitado, por lo que se debe estar muy atento a la hora de enviar datos personales como teléfonos o direcciones.
—¿Qué tareas divulgativas realizan desde su departamento?
— Entre los adolescentes, a través de las charlas que brindamos en los institutos, les explicamos todo lo relativo al uso de Internet y sobre los comportamientos nocivos como es el caso de los celos que les lleva a controlar a su pareja a través del móvil o de las redes sociales, explicándoles que es un tipo de violencia, que sus parejas tienen todo el derecho a la intimidad y que ese control no lleva a una relación sana. Con los padres y madres orientamos en la implantación del bloqueo de diferentes páginas o vídeo juegos que no consideren adecuados para sus hijos en los ordenadores familiares y que colaboren y ayuden a sus hijos a la hora de hacer un buen uso de Internet. Sin embargo con los teléfonos de nueva generación los jóvenes pueden acceder a redes WIFI fuera de casa, una situación que actualmente no está regulada y lo ideal sería que contuvieran una aplicación de bloqueo que pudieran activar los padres.