Llegó la primera tormenta de verano y, para variar, pilló por sorpresa. Había avisos de alerta amarilla que después se tornaron en alerta naranja. La tranquilidad habitual del mar Mediterráneo y el desparpajo vacacional se transformaron este miércoles poco después de las ocho de la tarde en una trampa para los yates y veleros fondeados en Cala Saona, donde el temporal tomaba forma de cap de fibló. «De repente empezó a llover y en cuestión de cinco minutos llegó como un tornado y los barcos empezaron a golpearse entre ellos», decía María José, que se encontraba en un velero en el momento del temporal. «Todas las embarcaciones estaban dando vueltas, unos se estampaban contra las rocas, los otros encallaban en la arena, nosotros rascamos con otro velero que nos arrancó el ancla de cuajo. Pensábamos que de allí no salíamos», confesaba María José.
Gerard y su tripulación se toparon con el temporal por la zona de Illetes. «Empezamos viendo los rayos a lo lejos. Parecía que no tenía que pasar nada, pero la tormenta se fue acercando y acabamos pasándolo mal. El barco se movía mucho, los otros veleros casi topaban con nosotros y por la radio todo el mundo pedía ayuda», contaba este barcelonés avezado a la mar, aunque no a los temporales: «Ya hemos vivido tormentas, pero la de ayer fue muy dura. De hecho, nunca nos habíamos topado con un temporal tan virulento. Por suerte, estamos todos bien y el velero solo ha sufrido cuatro rascadas sin importancia».
Alarmados por la fuerza del temporal, algunos barcos se quisieron refugiar en el interior del puerto de la Savina, aunque el recibimiento no fue muy agradable, ya que según Maria José, «cuando pudimos salir del embrollo de barcos de Cala Saona nos fuimos un poco mar adentro, que estaba más calmado, pero estábamos sin ancla, así que decidimos ir a puerto a capear el temporal. Cuando llegamos a la Savina nos dicen que está lleno y que no hay ningún amarre y que nos vayamos». María José reconoce que hicieron caso omiso a la recomendación de los responsables del puerto ya que «con la tormenta, los nudos de viento y sin poder anclar en ningún sitio irnos a Ibiza no era una opción, así que decidimos amarrarnos a un pantalán comercial porque no podíamos hacer nada más», contaba esta navegante llegada de Llavaneres.
Más casos
La misma resolución tomó el patrón del Jana, un velero de una quincena de metros de eslora que también se vio envuelto en la mar embravecida de Cala Saona y al que se le abrió una vía de agua. Sus ocupantes tuvieron la suerte y la destreza de arribar al muelle del dique exterior del puerto antes de que la vía de agua inundara el interior del barco y este acabara en el fondo del puerto. Por la mañana, el mástil, erguido fuera de las aguas, servía de señal a las barcas que entraban a la Savina. Algunas de ellas, las que llevaban vehículos y mercancías en su interior, veían imposible atracar y se cerraba su tránsito durante buena parte de la mañana, afectando esto a usuarios como Imma, que tenía que partir hacia Dènia, «nos han enviado un mensaje a las nueve de la mañana para decirnos que en vez de salir al mediodía, salíamos a las diez y media destino Ibiza y después ya veríamos como llegábamos a Denia», comentaba Imma fastidiada. No muy lejos, Toni, usuario habitual de las barcas de Formentera, se quejaba amargamente sobre la previsión de los navegantes. «Hacía días ya que avisaban que vendría mal tiempo. A quien le haya cogido por sorpresa es porque pasa de todo y no está pendiente de lo que tiene que estar. No es normal que haya un temporal, llegues y amarres el barco donde te da la gana interrumpiendo el funcionamiento de parte de los trayectos», exponía Toni un punto malhumorado.
La tormenta fue dando paso a la lluvia y ésta a la calma y el sol durante la jornada de ayer. De los ocho barcos embarrancados en Cala Saona, cinco fueron liberados durante la mañana, quedando solo los tres varados en las rocas. Poco después de las cuatro de la tarde, el Jana fue reflotado y el puerto volvió a la calma después de la tormenta.
L A N O T A
80 litros por metro cuadrado y cortes eléctricos
La tormenta, que se intensificó a las nueve de la noche en una primera borrasca y volvió a descargar con fuerza entre la una y media y las dos de la madrugada, dejó precipitaciones acumuladas de más de 80 litros por metro cuadrado en varias zonas de Formentera. El fuerte aparato eléctrico provocó la caída de la red eléctrica en algunos puntos, sobre todo en las cercanías de Sant Francesc, donde algunos usuarios no tuvieron servicio hasta las siete de la mañana.