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Doce procesiones marcan el paso en en es Puig de Missa y Dalt Vila

1.500 cofrades acompañas las procesiones de Santa Eulària y Eivissa

La procesión, en el momento de pasar frente a la iglesia de Santo Domingo, en Dalt Vila. Foto: GERMÁN G. LAMA.

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Pasión, muerte y resurrección. Malva, negro y blanco. Calvario, cruz y sudario. Terminada la Cuaresma, la Pascua se convierte con sus símbolos, imágenes y pasos, en escenario de un milagro religioso desarrollado en tres actos. La agonía de Jesucristo congrega cada año a miles de fieles que ven reproducidas en figuras y tallas un martirio generoso ocurrido hace más de veinte siglos.

Sólo entre el Jueves y el Domingo Santos, más de 1.500 hermanos de las doce cofradías de Eivissa y Santa Eulària revivieron un acontecimiento que, creencias aparte, constituye hoy por hoy, un vistoso espectáculo con un hondo significado para los cristianos.

En Santa Eulària, la calle Sant Jaume ha sido uno de los lugares emblemáticos, repleta de gente tanto en el inicio del camino de Jesús a su destino como en su final. El Párroco de la localidad ha coincidido en destacar la «numerosa presencia de gente joven» que ha acudido en esta ocasión. Seis cofradías -la del Cristo Yacente, la del Cristo de la Oración, la del Nazareno, la de Jesús Atado a la columna, la de la Dolorosa y la de Santa Marta- se encargaron de elevar las emociones de los creyentes que se congregaron tanto el jueves como el viernes para contemplar, en el primer caso, a un dramático hijo de Dios cuya única presencia llenó de solemnidad el día de la Ultima Cena.

A las nueve en punto de la noche, una hora después que en Santa Eulària, los seis pasos de la ciudad de Eivissa se dieron cita en la Catedral para iniciar el recorrido que culminaría horas después en el rastrillo, tras haber recorrido las principales calles del centro de la isla. El Cristo de la Agonía, procedente de Santa Creu; el Ecce Homo y el Cristo del Cementerio, de es Convent; la Piedad, también de Santa Creu, y la Dolorosa y el Cristo Yacente, de la Catedral, fueron ayer llevados en hombros por las estrechas calles de Dalt Vila y el amplio paseo de Vara de Rey. Unos 800 nazarenos, pertenecientes a las seis cofradías de la ciudad, celebraron el momento cumbre que han estado esperando durante meses.

La novedad de este año -el pasado destacó la restauración de varios de los pasos por parte del granadino José María Velasco- se centró en la organización de la procesión. Cinco miembros de la Cruz Roja repartidos a lo largo de la procesión se comunicaban entre sí por medio de walkytalkies a fin de evitar los colapsos que se producían a la entrada de algunas calles particularmente estrechas.

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