E stos días, los viveros son los hogares que mejor reciben el agua de lluvia. El otoño entra de lleno en los centros verdes por definición y las protecciones solares se atenúan con respecto a la época estival. El proceso vegetativo de las plantas no se rige por criterios temporales. Se trata más bien de una cuestión climática. Es evidente que en cada región no requieren los mismos cuidados y la vegetación propia del área mediterránea se cultiva aquí con unas mínimas precauciones: mientras en invierno el cristal y los plásticos ayudan a crear una atmósfera óptima, en verano se utilizan telas de sombra con el objetivo de retener por más tiempo la humedad. En este sentido palmeras, cactus, margaritas, cipreses, hibiscus o rosales encuentran en la isla un ambiente perfecto para su desarrollo. Pero en estas instalaciones, además de dedicarse a la importación de especies de países como Holanda, Dinamarca, Alemania, se cultivan también diversos productos que tienen mucho que ver con la demanda del momento. De hecho, las naves están ahora repletas de las denominadas «flores de Navidad», que, una vez pasada esta festividad, serán sustituidas por geranios y rosales. El principal obstáculo para salvaguardarlas comienza por el propio recipiente en el que está instalada. Tal y como explica Vicente Cleríes, director de Eiviss Garden, «las macetas condicionan el desarrollo al impedir que el crecimiento de la raíz sea pleno». Recrear las condiciones es otra de las trabas a superar. Así, una planta tropical que vegeta bien en clima cálido trasladada a otro más frío únicamente tiene esperanzas de vivir en invernadero y no al aire libre.
Un mundo en verde
La estación otoñal renueva la vegetación de una isla rica en especies autóctonas y foráneas
N.I. |