Hay pocas oportunidades para que alumnos de 11 y 30 años compartan aula, excepto si el principal objetivo de las enseñanzas es sacar partido a la imaginación. Este es el fin perseguido por Pedro Abril, un escultor de larga trayectoria profesional y docente que ahora aboga por estimular el ingenio y la habilidad de los ocho matriculados en el curso de modelado del barro del Ayuntamiento de Eivissa. «La diferencia de edad no supone un inconveniente sino todo lo contrario. En mi opinión es un aliciente de cara a que cada uno aporte su granito de arena» señala el monitor.
Desde el primer momento el instructor a puesto a disposición de sus aprendices el material imprescindible para dar cuerpo a «las formas que deseen», afirma, «con la única limitación que se impongan ellos mismos». «Yo marco las pautas, les oriento pero en ningún caso condiciono o les digo que es lo que han de hacer» apunta Abril. Nada de teoría; práctica 100% es la premisa básica en la estructura del taller.
La idea persigue además la recuperación de fórmulas de trabajo artesanales a punto de desaparecer y todo a partir de las diferentes técnicas que se abordan y que pasan por dos únicos instrumentos: las manos más unos cuantos palillos. Una mesa, mandiles, guantes e ilusión, completan las herramientas necesarias para ponerse manos a la obra. En dos meses de trabajo-terapia -algunos se han inscrito como fórmula para desconectar de la rutina diaria- que incluyen cuatro horas semanales de lecciones, se verán los resultados. Aunque hasta el momento no se habían planteado el montaje de una exposición, la idea no se descarta, e incluso ayer por la noche ya se barajaban algunas salas.