Un vecino de Sant Josep descubrió el martes el cadáver de un calderón "un delfín común en el Mediterráneo" en la playa de es Cavallet. El animal "de unos cuatro metros de largo y un peso que ronda los 800 kilos, según las vigilantes de la Reserva Natural de ses Salines" había muerto, según todos los indicios, de viejo: los dientes gastados y el color blanco de su piel indicaban que el óbito fue natural. El cetáceo había venido a morir a Eivissa, pero su odisea acaba de empezar.
El Seprona y los funcionarios de la Reserva Natural se pusieron inmediatamente en contacto con la empresa Herbusa para que se hiciera cargo de los restos del animal, antes de que comenzara a oler mal por su estado de evidente putrefacción. No iba a ser fácil, puesto que el calderón escogió una zona escarpada, en el fondo de un pequeño acantilado, para morir. Tras algunos esfuerzos, se cargó el delfín en un camión y comenzó el traslado hacia un lugar en el que se iba a tratar. Sin embargo, cuando el animal se encontraba en la rotonda de Jesús el camión pegó un frenazo demasiado violento. Las cosas de la inercia hicieron que el cetáceo acabara con sus espinas en el asfalto.
Afortunadamente, una pareja de la Guardia Civil de Tráfico se encontraba justo detrás del camión en el momento del accidente. Rápidamente, se hicieron cargo de la situación para que la grasa del animal no provocara un accidente más grave. Finalmente, el calderón llegó a su destino.