Patinar en Eivissa está cada vez más complicado. Además de lidiar con todos los coches y motos que han tomado las calles, hay que tratar de esquivar a la policía, que no ve con demasiados buenos ojos la presencia de estos equilibristas, como explica uno de estos aficionados. «Es ilegal ir por la calle. De acuerdo, pero la culpa no es nuestra, es de las instituciones que hace años que vienen prometiendo la construcción del carril-bici», explica Alfonso Lafuente, presidente y entrenador del único club de Eivissa de hockey, el Puck.
A pesar de las escasas facilidades que les han dado, estos deportistas se han ido haciendo, poco a poco, un hueco en la elite balear. Ahora, creen que ha llegado la hora de que los ayuntamientos y el Consell se impliquen en la construcción de unas instalaciones en condiciones, que faciliten el crecimiento de esta nueva modalidad deportiva.
Hasta la fecha, cada vez que este equipo tiene que salir a competir fuera de la isla, el montante de los gastos corre a cargo de los jugadores "que pagan la estancia" y el entrenador, quien abona los pasajes. La única ayuda que reciben de la máxima institución pitusa es de 150.000 pesetas anuales. Nada, si se tiene en cuenta que el equipo mínimo para practicar este deporte en condiciones sale por unas 60.000 pesetas, la mitad de las cuales corresponde al precio de los patines, indica Lafuente. «Siempre hemos estado mal vistos. Por ejemplo, si vas un domingo por el Paseo Juan Carlos I verás que hay decenas de personas en bicicleta paseando por encima de las aceras. La policía no les dice nada, pero a la que ven a un patinador, le paran y le requisan el equipo», señala Alfonso.
La fiebre por el patinaje ha crecido de una manera increíble en los últimos años. En la actualidad son 80 los chicos y chicas que juegan en todos los municipios a hockey. Pero esta cifra no es más que una mínima parte de todos los jóvenes que dedican todas las tardes a recorrer la ciudad con las ruedas en los pies.
En unos años se ha multiplicado el número de tiendas que alquilan los equipos y las zonas en las que ilegalmente, de momento, se juntan las pandillas para practicar sus acrobacias.